Nadie puede excluirse por
indigno, pues Dios nos purifica con el Fuego de su Amor
Por mucho mal que haya hecho una
persona; nadie puede decirse a sí mismo que es indigno de Dios, que no puede ir
al Cielo, que no hay salvación para él, nadie,
hubiese hecho lo que hubiese hecho, y en la historia hay para elegir,
nadie
Salvo él que diga
Yo soy tan indigno, que no merezco el perdón; Dios
no me perdona, esa desesperación es, la blasfemia contra el Espíritu Santo, el
rechazo de la gracia, quien no quiere ser perdonado, no es perdonado
El que diga
¿Y, qué acaso Dios no sabía lo
que iba hacer?, y me creó, tiene que admitirme en su Reino, claro que volvería
hacer lo que hice, y lo seguiré haciendo mientras pueda, y claro que sé
que estaba prohibido
Ese también se pone fuera
Pero aún en estos casos, Dios
sigue llamando, buscando por si su hijo pequeño se decide a volver
Que hasta traspasado el umbral
siempre es posible pedir perdón