La cananea
La verdad me había fijado algunas
veces en esta mujer, hasta escribí un cuento ella.
Pero fue en un retiro, en el cual
ella era el tema, en él que me fije más en su personaje, como en alguien vivo.
Vivía la mujer en lo que es el
Líbano, pagana como toda la gente de su entorno, con una niña enferma (entonces
toda enfermedad era achacada o al demonio o a malos espíritus); la mujer acude
al encuentro de un hombre que le han dicho, ha hecho en su pueblo (Israel)
algunas curaciones. Y allá se va, tal vez no sepa que un judío como es Jesús no
puede recibir ni tratar con una gentil como ella, o tal vez lo sepa, y le
importe un pimiento, sólo le importa su hija, como a toda madre que se precie.
Así pues se acerca al hombre, y
le dice “Jesús hijo de David, mi hijita yace en casa atormentada por el
demonio”; ante esto Jesús calla, no es desde luego porque le importe el
precepto humano que impedía el trato con paganos, o tal vez sí, Jesús es hombre, es judío, y la
religión judía prohibía, que un judío se acercará a un pagano, a un gentil,
cierto que Jesús iba a su Aire, al Aire del Espíritu Santo, pero se había
encarnado, en un pueblo en una religión.
No sé si María, le habría contado
lo de los Magos, los primeros paganos que se acercaron a él
Jesús como Dios es Señor de
todos, y de todo, como hombre también por la unidad de Persona, pero es hombre
de verdad y no lo sabe todo, se hizo hombre no se disfrazo
Por eso, responde a la mujer,
como lo haría todo buen judío. “No está bien, tomar el pan de los hijos, y
echarlo a los perros”; es lo que nos llamaban y llaman los judíos, y, Jesús lo
es
Pero Dios Padre, va intervenir,
primero a la mujer a la pagana, a la cananea, la va usar para enseñar a su
Hijo, que es Redentor, Salvador de todos, que ovejas perdidas de Israel son
todos los hombres, también los que se
creen en Israel
A ella a la mujer pagana, le va
enseñar, la humildad y la perseverancia en la oración
Así pues, la mujer, en vez de
largarse, replico. “Cierto, Señor, pero los perritos comen las migas que caen
de las mesas de los señores”, acepta la ofensa, le bastan las migas
Jesús entiende el Mensaje del
Padre, sabe que Dios habla, por y donde quiere, por eso alaba la Fe de aquella
mujer, y anuncia que los gentiles formaran parte del Reino de Dios
Ella ha superado la fe caduca del
viejo Israel, forma parte de los que creen contra corriente, de los que no
precisan razones teológicas, ella sabe
que Dios no la puede dejar tirada, tal vez, porque la han dejado sus ídolos
Ella forma parte de las ovejas
perdidas de Israel, porque también Abraham padre del Pueblo de Dios, fue
cananeo
Conoce la insistencia de perros y
gatos cuando quieren algo, ellos saben pedir insistentemente, así se llevan las
migas, y a veces algo más
Jesús fue vencido por la mujer,
ha hecho un milagro que no pensaba hacer
Lo forzó
Su amor de madre,
su amor a una criatura salida de
sus entrañas y enferma,
su humildad por amor.
su paciencia por amor a su hija,
Su confianza en que al menos la
migas, le serán dadas...
Jesús la mira y ahora sonriendo
le dice: “mujer que grande es tu fe, vete que tu hija ha sido curada” la mujer
se va y encuentra a su hija curada y Jesús alaba su fe, diciendo que ni en
Israel halló una fe semejante. Y es que los hijos de Israel como nosotros
estamos convencidos de que Dios nos debe, por eso pedimos y damos pocas
gracias.
La mujer sabía que ante Dios,
tenemos menos derechos que un perrillo o un gatito.
En este relato, Lucas nos muestra
la grandeza de ser mujer, la humanidad y la divinidad de Jesús