miércoles, 15 de marzo de 2017

Honor patrimonio del alma

Honor

“Al Rey la hacienda y la vida; se han de dar, pero el honor es patrimonio del alma, y el alma sólo es de Dios”  El alcalde de Zalamea;  D. Pedro Calderón de la Barca

Así habla el protagonista de una de las obras de nuestro siglo de Oro, para justificar él haber condenado a muerte al violador de su hija, hija a la que recluirá en un convento, no porque tenga vocación, sino porque era ya una mujer sin honor; en  tan poco tenían el honor de las mujeres que se lo podían robar a la fuerza.

El honor la fama

Que deben ser respetados pero no idolatrados, y, lo son y lo han sido, y me temo lo seguirán siendo, el honor, la fama del prójimo son súper sagrados,  son el honor de Dios; por eso no tengo derecho a calumniar ni a murmurar de nadie, no lo tengo tampoco sin  motivo a vejar o insultar en público

Tengo también derecho a exigir respeto a mi honor y  mi fama, incluso con medios legales.

Derecho a ocultar ante el mundo, la sociedad situaciones propias o familiares que puedan minusvalorar  la propia dignidad, pero nadie, nadie, tiene derecho para mostrar una honra falsa, a quebrantar derechos de otros

Un padre no tendría no tiene derecho a hacer lo que hizo el personaje ficticio ¿creo? Del Alcalde de Zalamea, encerrando a su hija en un convento, primero porque su hija no perdió el honor al ser violada,  si no la virginidad física que no es lo mismo, y porque la vocación religiosa no se impone, ni se prohíbe por  los padres es cosa de Dios.

Pero tampoco tiene derecho la mujer que se ha quedado encinta sin ser de su esposo a matar al hijo que lleva en su seno, para salvar el honor de su familia, y esto independientemente de que esa  concepción fuese originada por un acto voluntario o de fuerza

Ni los padres de la joven que se queda embarazada, a someterla a un aborto, para salvar su honor, porque ese honor es falso, lo que  dará honor a esa joven será el educar a su hijo

Ni, la delación política en sitios de tiranía, para ser bien visto por el régimen que sea.

El honor no merece sacrificios humanos, no se puede convertir en un ídolo, y a veces el mayor honor será reconocer las propias culpas, y asumir las responsabilidades con orgullo.