Corregir, sí, pero... pero que me
corrijan ¡oiga usted!
Unos más y otros menos, unos en todo, otros en cosas más
triviales, pero una de las obras de misericordia que más nos gusta practicar,
es la de “corregir al que yerra”
Así sea poniéndose donde no debe
en la cola del super, hacer ver “a quien sea su error, es algo que nos llena, cierto que a veces y
en el caso de la corrección más seria no seguimos muchas veces el modelo que
nos da Jesús, sobre la corrección al hermano.
Pero eso ahora no importa yo, y
no soy yo sola, me siento grande, vamos inflada, cuando le hago ver a otro su
error del tipo que sea; y confieso que
no tanto por la persona, si no por ese cachito de soberbia que todos tenemos, y
que me hace ver un poco más aunque no sea consciente de ello.
Corregir sí, incluso en lo que no
es de nuestra incumbencia a veces, “no lleve esa marca que no es rica, "a
mi me gusta esta” dice una señora a otra en el súper.
Ahora bien, nos olvidamos que las
obras de misericordia tienen un punto y seguido, que si hay que corregir al que
yerra, es que tiene que haber alguien que yerre; y que ese tal debe dejarse
corregir (no claro en tonterías, y menos
aceptar que le digan lo que debe comer quien no es ni su médico ni su nutriólogo
pues si no, la corrección sería a “ET”.
Y que ese que yerra; aunque me
duela, puedo ser yo, soy yo, muchas
veces, y debo tener el valor de aceptarla y agradecerla
Pero en muchas casos no es así,
sobre todo, si la persona no la veo simpática, porque claro, el aceptar la
corrección del amigo al que por ejemplo le he dicho, “tú fíjate, si estoy
haciendo esto bien, no tiene mérito”
Pues bien, uno puede por ejemplo
en el súper, avisar a cualquiera del error que esta cometiendo, por no poner
ejemplos más serios. Pero si uno se ha puesto en la caja de pedidos, y sólo lleva 2 cosas, y una persona se acerca
y le dice, “están con un pedido”. A veces incluso uno, no se cambia, al
momento, y responde: Ya lo sé, sé leer, ya veo que pone “sólo pedidos” mentira, no había visto el letrero para nada.
Pero es que quiero hablar con la cajera, pero gracias de todos modos. El
gracias de todos modos, es un “gracias” asesino. Luego al cabo de poco tiempo,
uno se pone en el sitio que le corresponde, porque “ ya hablara” otro día.
Otras veces uno se cambia, pero lo hace
con el orgullo herido: “sí es verdad, lo dice el letrero en qué estaría
pensando; mire que soy burra” y ya se sabe, cuando alguien se tira al suelo, es
para que lo levanten y como nadie me va decir: “si que es burra, y ciega,
porque lo pone bien claro; si no que me van a decir: por Dios señora, no diga
eso, un error lo comete cualquiera... pues eso me compensa, y me satisface,
porque yo corregir si, pero que me
corrijan... oiga usted