“A todo él que encontréis
invitadlo a la boda” Mt 22
Voy a intentar
olvidarme de que se trata de una parábola, como si por casualidad hubiese leído
esta historia, o historieta en un pequeño librito e ignorase de que labios
salió.
Un rey al que se le va casar el hijo, el
primogénito, o el heredero al trono y este rey buena persona, él, majete dice a
sus amigos, que inviten a la boda a todo él que encuentren
Hay dos
palabras para darles vueltas:
Que inviten Y que inviten a
todo él que encuentren
En primer
lugar, el rey no les dice que fuercen a nadie, a venir a la boda, aunque sea
para que se lo pasen bien, o llenen la panza, tampoco les dice que se lo
prohíban a nadie, no si encuentran un republicano pues también lo invitan
En segundo lugar, les dice a todo él que
encuentren, o sea que no les manda a buscar a nadie a su casa, para eso el rey,
que me lo imagino listo, pues ya habría mandado las invitaciones oficiales, es
más la historieta nos dice que lo hizo, y que no quisieron ir, pero seguro que
mando más, ahora a estos amigos suyos, no los manda ir a casa de Fulano, si no
simplemente ir por el camino e invitar a todo el que encuentren
¿Y que pasa,
si se encuentran dos de los que precisamente tienen el encargo de invitar?
Pues la orden
del rey es clara, uno invita al otro a la boda
. Y ahora ya
puedo verlo como la parábola de Jesús; Dios Padre celebra las bodas de su Hijo
Jesús y nos manda a cada uno de nosotros sus hijos y sus siervos y sus
criaturas, a que invitemos a todos los hombres y mujeres de buena y mala
voluntad que nos topemos en el camino de la vida, que los invitemos pero que no
los forcemos, que no intentemos “salvar a nadie a la fuerza” que además es
inútil.
Que no lo impidamos tampoco, con nuestro mal
ejemplo, que las personas puedan mejorar, que puedan educarse debidamente...
No, nos manda
a un sitio concreto, no tenemos que ir de misiones, ni predicar en un púlpito,
ni dar conferencias, no, nosotros tenemos que hacerlo, de tú a tú con aquellos
que nos vamos encontrando en el camino de la vida, camino que si lo hacemos
bien, acaba en la Fiesta de la boda, o como mucho, “en el salón de belleza” y
de ahí a la fiesta, y como nos vamos a encontrar en este camino los que tenemos
el encargo de invitar a todos a la boda, tenemos que invitarnos, yo tengo que
invitarte a ti, y tú que invitarme a mí.
¿Cómo?
Pues lo mismo que a los demás, ejemplo,
palabra. Por cierto: esta Boda eterna, se celebra todos los días
pero en especial los domingos en Misa, te recuerdo que estas invitado o invitada