¿Quiénes son los otros? Son los
que no pertenecen a nuestra Iglesia, a
nuestra Religión, a nuestro grupo de creyentes,
son, eso, “los otros”.
Los que quisiéramos marginar,
tener lejos, los que nos increpan con su buena conducta, y eso, no lo podemos permitir;
por eso tratamos siempre, o casi siempre, de buscar y rebuscar para ver que les
podemos afear, para gritar al mundo, que no obran bien, sólo lo aparentan, les
buscamos siempre intenciones torcidas.
O rebuscamos en su pasado o en de
los suyos, nos duele, si nos duele, que
hagan el bien, que busquen la
justicia sin otro motivo que la misma
Justicia, que defiendan la vida, que ayuden a los demás que sean honestos, que
no juren en falso...
Nos duele incluso, en el caso de
los que son cristianos como nosotros, que amen la Escritura, que tengan un amor sincero a Cristo, que su
Fe en lo esencial sea la nuestra, nos
duele, y nos repatea no poder llamarles herejes o cismáticos y vamos siempre a
lo negativo que les podamos encontrar
No es que seamos malos, es que
somos humanos, lo mismo le pasó, al adolescente Juan: un día se encontró a unos
echando demonios en nombre de Jesús y se lo prohibió, luego fue corriendo a contárselo al Maestro “Maestro hemos visto
a unos, que echaban demonios en tu nombre, y se lo hemos prohibido porque no
eran de los nuestros”; la respuesta de Jesús fue “no se lo prohibáis, pues
quien no esta contra nosotros, esta con nosotros” Mc 9,36ss
Jesús reconoce que no hay plena
comunión entre Él y esas personas, pero sabe también Él mejor que nadie, que si
echan demonios en su Nombre, es porque creen en Él, porque es Él quien los
mueve, por eso, prohíbe que les prohíban,
y el Concilio Vaticano II, nos recordaba que tenemos que colaborar con todos
los hombres en la búsqueda de la Justicia
El cristiano, el católico no
tiene que preguntarse si aquello está mal porque lo hagan los que no son
católicos o cristianos, sino si está mal
porque lleva en si la semilla del mal, porque Dios no lo quiere, y, por ello no
dudará en aprender y en imitar aquellas
cosas buenas de los hermanos con los que no esta en plenitud de comunión: el
amor a Jesús, sin mediadores, el amor
sincero y puro a Jesús, su Fe en lo esencial de nuestra Fe, la alegría en sus
celebraciones, su amor a la Escritura,
son cosas buenas, y santas que hemos de aprender de los hermanos no
católicos.
Pero es que también debe
alegrarnos su cercanía al Papa, aunque no lo consideren aún Vicario de
Cristo, su amor a Maria, ese redescubrimiento de que Bendito sea Él, que parió están haciendo muchos de ellos
Porque ni el Papa ni La Virgen
nos tocaron en una tómbola.
Y en el caso de los no cristianos
y hasta de los no creyentes, hemos de
alegrarnos y apoyarnos cuando movidos por Dios lo sepan o no pero desde luego no movidos por razones
crematísticas, cuando el bien es alto incluso en este caso; luchan por la vida,
por la dignidad de la persona, contra la injusticia, qué importa que no les mueve la Fe, que incluso desconozca o no hayan
descubierto a Dios, si lo han descubierto, pero no lo saben, porque a menudo
les han o les hemos presentado un ídolo, pero ¿Quién si no, el que es la Vida,
la Justicia, La Misericordia, El Amor,
Él que dijo "lo que hagáis a uno de estos, a mi me lo haceis;" los
iba motivar?
Hace años vimos el caso del
profesor judío americano que dio la vida por sus alumnos, no quiero ser mal pensada, pero lo soy, si
este señor hubiese sido un profesor católico y, mejor aún si era miembro del
movimiento X nos lo habrían puesto de
modelo por activa y por pasiva, en esta o en aquella publicación
cristiana, en aquel periódico católico
que se publica en Internet, o en la calle así se silencia, es que vamos, hasta sería para protestar, ¿cómo se le ha
ocurrido eso? ¡Sólo lo puede hacer un mártir, un santo, pero un judío, eso sí
que no!
Sin embargo así fue y eso nos
avergüenza, cómo la joven vietnamita, la que vimos casi todos en fotos
corriendo desnuda con el cuerpo quemado por el NAPAl, y que ahora
ya adulta recorre el mundo para
hablar de paz, de amor de perdón,
mientras que en España muchos aún
recuerdan y se echan en cara, una
guerra que ya huele a podrido y en la que todos tuvieron que rascar, pero
que a los que vinimos detrás no, nos interesa ya esa batallita, pues todavía hay muchos que llamándose
cristianos, están recordando “que unos paseaban aquí” y los otros que también se llaman cristianos
“recuerdan también los crímenes de los
otros” y
esta joven que lo ha vivido, que lo sentido en carne propia, va recorriendo el mundo para hablar de amor,
de paz, de perdón, justo del mensaje de
Jesús.
El colmo, con lo bonito que sería, oírla hablar de rencor, de venganza, de pedir
justicia, por eso gusto Rigoberta
Menchú, que hasta se invento un hermano, pero hablaba de “venganza” aunque le
llamase justicia, y, eso, si nos gusta,
porque podemos decir, “que lo entendemos, que es humano, aunque claro el
cristianismo lo prohíba.
Como esos ateos, Dios los
bendiga, que se oponen al aborto por razones humanitarias
Cuándo, Señor, nos daremos cuenta
de que cuando el otro obra en tu Nombre,
cuando echa demonios en tu Nombre, es decir, cuando trae la Paz, el amor, el
perdón, la defensa de la Vida, ya no es
el otro, es un hermano, porque tú, aunque Él no lo sepa ya estas obrando en él.