lunes, 6 de marzo de 2017

Caridad, caridad y proselitismo

Caridad, caridad,  y Proselitismo

Más de una vez, he escuchado sin entenderla, la expresión;

"mejor que nos tengan  envidia que caridad”

Entonces yo no comprendía, porque ese rechazo a la palabra “caridad” que en la iglesia, y en la clase de religión se decía que era la mejor y principal de las virtudes, lo era y lo es.
Lo que sucede es que lo que yo, oía rechazar o desear no tener nunca necesidad de ello, era otra cosa, que sólo en minúsculas puede escribirse “la caridad, la limosna, la filantropía” que a veces se hace por intereses no muy rectos, y siempre por un motivo; pero antes trataré de escribir tal y como yo entiendo sobre la Caridad

La Caridad, el Amor, el Amor con mayúsculas, el Amor de Dios Padre a su Hijo, al Hijo que ahora gracias a una Mujer se llama Jesús,  y como sabemos que el Amor entre el Padre y el Hijo es un ser Personal, es la Tercera Persona,  podríamos decir que La Caridad es el Espíritu Santo; por ello San Pablo escribe:
 “El Amor de Dios, se ha derramado en nuestros corazones por El Espíritu Santo que se nos ha dado”

La Caridad, se transforma, me estoy expresando mal y lo sé; en el Amor que la Trinidad tiene hacia cada uno de nosotros, no, él que tiene hacia el resto de la creación, que lógicamente es amada, no, sólo los ángeles y los hombres somos capaces de recibir este Amor personal y divino.

La Caridad es Dios mismo, Dios Uno y Trino, amándose en cada uno,  haciendo en nosotros sus obras,  por eso pecado grave, cualquier pecado grave, es una falta contra La Caridad,  expulsa el Amor de la Persona, y  sólo retorna, cuando este Amor vuelve

“El Amor borra la muchedumbre de los pecados”, Caridad y Amor es lo mismo

Con Dios en su interior, el hombre ama en primer lugar a Dios como es debido, es Dios quien lo mueve, si la persona humana dejase hacer al Dios escondido que lleva dentro,  su Amor sería como el del Hombre Jesús, pero claro, no dejamos.

Y no se queda en esa dimensión vertical si no que ese Amor se vuelve hacia uno mismo, si no es egoísmo;  en la plano horizontal “La Caridad empieza por uno mismo”,  y luego ese Amor se desborda hacia fuera, hacia todos los hombres, sin  que importe raza, credo, color... la razón en todos esta Dios, y  Dios es como un imán que atrae, el catecismo, lo explicaba muy bien

“Amamos a Dios por ser Él quien es; bueno San Juan lo dice mejor; “porque Él nos amó primero” y al prójimo y a nosotros por Dios

La Caridad, esta Caridad, este Amor, no pide nada, lo mismo que se recibe gratis, se da gratis, ahí está el ejemplo de los santos, desde los mártires de los primeros siglos a los mártires del siglo XXI, ahí está San Juan Pablo II,  Santa Teresa de Calcuta, y tantos, hombres y mujeres de cualquier Credo, entregados a Dios, en la medida en que lo conocen, y por Dios a los hombres

Luego viene la caridad. Que de entrada es hija de aquella, y  es una de sus manifestaciones, porque si el hermano está desnudo hay que vestirlo, y si tiene hambre hay que alimentarlo; lo que pasa es que, a veces, no sabemos el motivo por el que lo hacemos, y otras lo que es peor,  usamos los pobres de basureros, Santa Teresa decía, hay que dar hasta que duela;  desde luego, no me parece mal, ni veo en ello nada irregular el dar el abrigo, que se ha quedado pequeño, o un poco pasado de moda, pero que a quién no tiene nada que poner le puede venir muy bien, para  abrigarse, pero por favor a eso no llamar le amor, no llamar le Caridad.

Recuerdo siendo pequeña, tenía un montón de juguetes, y entonces mi abuela me dijo que había un niño que no tenía y que debía escoger uno para dárselo, como yo no sabía cómo hacer la elección,  ella me ayudo,  me pregunto, cuál era el que más me gustaba, era un coche con cuerda; yo pensaba que mi abuela me iba decir, pues bien ese no se lo das; pero muy al contrario, tomo el cochecito,  y me dijo, “pues entonces le das éste”.

 Creo que dije algo así, ¿cómo? ¡Ése es el que más me gusta! Y ella me miro y me dijo; por eso, hija, por eso,  vas a dar este, porque te gusta este, y hay que dar lo que se quiere, como Dios nos da; fue una de las lecciones que aquella buena mujer me enseñó, confieso que nunca se lo agradeceré bastante; aunque entonces refunfuñé todo lo que pude.

Eso sería lo ideal pero no estamos en condiciones de practicarlo, lo que si no debemos hacer es convertir a los pobres en basureros, una cosa es un abrigo de la temporada pasada, y otra un abrigo que haga que quien lo lleve vaya disfrazado o tan roto como antes.
Después está el que algunos por esa limosna que dan, se crean o nos hayamos creído a veces superiores;  lo estúpido que se puede llegar a ser; si es Jesús quien recibe en el pobre, como va ser nadie a si sea el mismo rey, superior a Dios,  y otra que rebaja porque envilecer me parece muy gordo, esta palabra es que siempre lo hacemos por algo.
Ya sea para lucirnos,  ya para acallar nuestra conciencia y  porque entendemos así el reparto de las riquezas, algunos repartirían mejor de otra forma siendo más justos con sus obreros y menos bolsas para caritas, de lo que mejor estaría en el polvero; otras porque pensamos que así vaciamos el purgatorio.

Pero y el amor, a la persona a quién se lo damos,  y al que miramos por encima del hombro, dónde queda

El colmo llega cuando se une al proselitismo, muchas sectas lo usan, y  algunos cristianos también, el motivo puede ser noble, desde luego nada mejor que el conocimiento de Dios y de su Hijo Jesús,  lo malo es que no todo vale, y el forzar casi a una persona, a mal recibir los sacramentos, para complacer a la buena señora que le ha llevado un paquetito, o el intentar casi por la fuerza “la conversión”  de no creyentes,  para que puedan obtener algo a lo que además tienen derecho, es indignante

Sí hemos los cristianos y precisamente como consecuencia de la Caridad que debe anidar en nosotros, llevar el Amor de Dios a todos, y el Apostolado es  una obligación para todo bautizado, pero el Apostolado, no suprime la libertad

Cada uno, hemos de hacerlo  como nos corresponde, como soy laica, no me corresponde hablar del apostolado de clérigos y religiosos, ellos tienen el suyo.

El nuestro es el del roce diario, el de la oración por todos,  y en el corazón con  todos.
El del Amor a todos, él de aceptar el Amor que Dios nos da por todos, Amor en él que como no, va incluida la ayuda, y también  el pedirla y aceptarla.
El dar razón de nuestra esperanza a todo el que nos la pida.
El llevar una vida coherente que motive esa respuesta.
El no tratar de imponer ni de convencer que eso, es misión de los Tres.
El hablar alguna vez incluso sin venir a cuento, pero no para que él otro se vea obligado a cambiar, sino como el sembrador.

Dejando que sea Dios quien haga crecer;  unos sembraran y otros se aprovecharan de su trabajo; como dijo Jesús.

Si a cada gesto se siguiese una conversión sincera de un incrédulo, pensaríamos que el mérito  es nuestro, cuando no somos más que instrumentos de Dios.

No olvidar que a nadie lo vamos amar más de lo que el Dios Trino lo ama.
Tal vez un día, la caridad quede desterrada y sólo quede la Caridad,  que llevara a compartir con el hermano