Caridad, caridad, y Proselitismo
Más de una vez, he escuchado sin
entenderla, la expresión;
"mejor que nos tengan envidia que caridad”
Entonces yo no comprendía, porque
ese rechazo a la palabra “caridad” que en la iglesia, y en la clase de religión
se decía que era la mejor y principal de las virtudes, lo era y lo es.
Lo que sucede es que lo que yo,
oía rechazar o desear no tener nunca necesidad de ello, era otra cosa, que sólo
en minúsculas puede escribirse “la caridad, la limosna, la filantropía” que a
veces se hace por intereses no muy rectos, y siempre por un motivo; pero antes
trataré de escribir tal y como yo entiendo sobre la Caridad
La Caridad, el Amor, el Amor con
mayúsculas, el Amor de Dios Padre a su Hijo, al Hijo que ahora gracias a una
Mujer se llama Jesús, y como sabemos que
el Amor entre el Padre y el Hijo es un ser Personal, es la Tercera
Persona, podríamos decir que La Caridad
es el Espíritu Santo; por ello San Pablo escribe:
“El Amor de Dios, se ha derramado en nuestros
corazones por El Espíritu Santo que se nos ha dado”
La Caridad, se transforma, me
estoy expresando mal y lo sé; en el Amor que la Trinidad tiene hacia cada uno
de nosotros, no, él que tiene hacia el resto de la creación, que lógicamente es
amada, no, sólo los ángeles y los hombres somos capaces de recibir este Amor
personal y divino.
La Caridad es Dios mismo, Dios
Uno y Trino, amándose en cada uno,
haciendo en nosotros sus obras,
por eso pecado grave, cualquier pecado grave, es una falta contra La
Caridad, expulsa el Amor de la Persona,
y sólo retorna, cuando este Amor vuelve
“El Amor borra la muchedumbre de
los pecados”, Caridad y Amor es lo mismo
Con Dios en su interior, el
hombre ama en primer lugar a Dios como es debido, es Dios quien lo mueve, si la
persona humana dejase hacer al Dios escondido que lleva dentro, su Amor sería como el del Hombre Jesús, pero
claro, no dejamos.
Y no se queda en esa dimensión
vertical si no que ese Amor se vuelve hacia uno mismo, si no es egoísmo; en la plano horizontal “La Caridad empieza
por uno mismo”, y luego ese Amor se
desborda hacia fuera, hacia todos los hombres, sin que importe raza, credo, color... la razón en
todos esta Dios, y Dios es como un imán
que atrae, el catecismo, lo explicaba muy bien
“Amamos a Dios por ser Él quien
es; bueno San Juan lo dice mejor; “porque Él nos amó primero” y al prójimo y a
nosotros por Dios
La Caridad, esta Caridad, este
Amor, no pide nada, lo mismo que se recibe gratis, se da gratis, ahí está el
ejemplo de los santos, desde los mártires de los primeros siglos a los mártires
del siglo XXI, ahí está San Juan Pablo II,
Santa Teresa de Calcuta, y tantos, hombres y mujeres de cualquier Credo,
entregados a Dios, en la medida en que lo conocen, y por Dios a los hombres
Luego viene la caridad. Que de
entrada es hija de aquella, y es una de
sus manifestaciones, porque si el hermano está desnudo hay que vestirlo, y si
tiene hambre hay que alimentarlo; lo que pasa es que, a veces, no sabemos el
motivo por el que lo hacemos, y otras lo que es peor, usamos los pobres de basureros, Santa Teresa
decía, hay que dar hasta que duela;
desde luego, no me parece mal, ni veo en ello nada irregular el dar el
abrigo, que se ha quedado pequeño, o un poco pasado de moda, pero que a quién
no tiene nada que poner le puede venir muy bien, para abrigarse, pero por favor a eso no llamar le
amor, no llamar le Caridad.
Recuerdo siendo pequeña, tenía un
montón de juguetes, y entonces mi abuela me dijo que había un niño que no tenía
y que debía escoger uno para dárselo, como yo no sabía cómo hacer la
elección, ella me ayudo, me pregunto, cuál era el que más me gustaba,
era un coche con cuerda; yo pensaba que mi abuela me iba decir, pues bien ese
no se lo das; pero muy al contrario, tomo el cochecito, y me dijo, “pues entonces le das éste”.
Creo que dije algo así, ¿cómo? ¡Ése es el que
más me gusta! Y ella me miro y me dijo; por eso, hija, por eso, vas a dar este, porque te gusta este, y hay
que dar lo que se quiere, como Dios nos da; fue una de las lecciones que
aquella buena mujer me enseñó, confieso que nunca se lo agradeceré bastante;
aunque entonces refunfuñé todo lo que pude.
Eso sería lo ideal pero no
estamos en condiciones de practicarlo, lo que si no debemos hacer es convertir
a los pobres en basureros, una cosa es un abrigo de la temporada pasada, y otra
un abrigo que haga que quien lo lleve vaya disfrazado o tan roto como antes.
Después está el que algunos por
esa limosna que dan, se crean o nos hayamos creído a veces superiores; lo estúpido que se puede llegar a ser; si es
Jesús quien recibe en el pobre, como va ser nadie a si sea el mismo rey,
superior a Dios, y otra que rebaja
porque envilecer me parece muy gordo, esta palabra es que siempre lo hacemos
por algo.
Ya sea para lucirnos, ya para acallar nuestra conciencia y porque entendemos así el reparto de las
riquezas, algunos repartirían mejor de otra forma siendo más justos con sus
obreros y menos bolsas para caritas, de lo que mejor estaría en el polvero;
otras porque pensamos que así vaciamos el purgatorio.
Pero y el amor, a la persona a
quién se lo damos, y al que miramos por
encima del hombro, dónde queda
El colmo llega cuando se une al
proselitismo, muchas sectas lo usan, y
algunos cristianos también, el motivo puede ser noble, desde luego nada
mejor que el conocimiento de Dios y de su Hijo Jesús, lo malo es que no todo vale, y el forzar casi
a una persona, a mal recibir los sacramentos, para complacer a la buena señora
que le ha llevado un paquetito, o el intentar casi por la fuerza “la
conversión” de no creyentes, para que puedan obtener algo a lo que además
tienen derecho, es indignante
Sí hemos los cristianos y
precisamente como consecuencia de la Caridad que debe anidar en nosotros,
llevar el Amor de Dios a todos, y el Apostolado es una obligación para todo bautizado, pero el
Apostolado, no suprime la libertad
Cada uno, hemos de hacerlo como nos corresponde, como soy laica, no me
corresponde hablar del apostolado de clérigos y religiosos, ellos tienen el suyo.
El nuestro es el del roce diario,
el de la oración por todos, y en el
corazón con todos.
El del Amor a todos, él de
aceptar el Amor que Dios nos da por todos, Amor en él que como no, va incluida
la ayuda, y también el pedirla y
aceptarla.
El dar razón de nuestra esperanza
a todo el que nos la pida.
El llevar una vida coherente que
motive esa respuesta.
El no tratar de imponer ni de
convencer que eso, es misión de los Tres.
El hablar alguna vez incluso sin
venir a cuento, pero no para que él otro se vea obligado a cambiar, sino como
el sembrador.
Dejando que sea Dios quien haga
crecer; unos sembraran y otros se
aprovecharan de su trabajo; como dijo Jesús.
Si a cada gesto se siguiese una
conversión sincera de un incrédulo, pensaríamos que el mérito es nuestro, cuando no somos más que
instrumentos de Dios.
No olvidar que a nadie lo vamos
amar más de lo que el Dios Trino lo ama.
Tal vez un día, la caridad quede
desterrada y sólo quede la Caridad, que
llevara a compartir con el hermano