El aguijón de San Pablo
En un artículo de la Revista
“Ciudad Nueva” leí que el aguijón del que habla San Pablo ( era seguramente una
enfermedad)
Esto me hizo pensar un poco
¿Podría ser? Es cierto que en la
época de Pablo, “demonios” era a veces como decir microbios, pero no creo que
lo fuese en éste caso; el apóstol tenía por colaborador al médico Lucas; cuando
cuenta esto en los Hechos la visita de Pablo a aquel enfermo de disentería, no,
nombra al demonio por ningún lado, no, lo siento pero no podía referirse a una
enfermedad, y no podía porque además Pablo, acaba diciendo “así cuando soy
débil, soy fuerte”
Pues bien, mi opinión es que el
hombre puede, con ayuda de la Gracia, vencerse y dominarse moralmente, pero si uno es miope, por ejemplo, por más
que quiera ver perfectamente no puede.
Hace tiempo, y en un libro (no
mío), y del que no quise saber nada, leí que Pablo era homosexual (no gay)
Pablo era virgen, puro, casto; entonces
aquello me molesto, me turbó, y mande a su autor “al infierno”; y es que para mí entonces, la homosexualidad
sólo podía ser activa; no me daba cuenta de que lo mismo que hay,
heterosexuales castos, los puede haber homosexuales y que esa homosexualidad no sólo no es
pecado, si no que es heroica; ¿Podría ser éste el aguijón de Pablo contra el
que luchaba, y al que venció siempre, y por eso no se casó?
De ser así, que gran santo, que gran modelo,
de lucha tienen nuestros hermanos homosexuales
Y si, no fue ese, si su aguijón,
fue el de su genio iracundo, de sus
ganas (nunca perdió sus bríos) de arrasar a los que no aceptaban a Cristo, como
antes “angelito” arrasaba con los que lo confesaban; de hacer picadillo con sus
manos a los blasfemos; de maldecir, vencía porque perdonaba, amaba a sus
perseguidores como el mismo Cristo; exponía no imponía, dominaba su genio su
carácter para gloria de Dios, y convertía lo que hubiese sido maldición en
bendición, era firme, sin ser tirano...
Sí es así, Pablo es mi santo, es una figura de la que
tengo que aprender, a dejar que Dios se muestre en mi debilidad, mi genio; mi
temperamento, para gloria de Dios.
Y sea lo que sea, fuese cual
fuese la tentación, o inclinación dominante que dominase a Pablo, esta clara la
lección que Dios nos da por él: Te basta
mi gracia que la fortaleza se manifiesta en la debilidad