De qué voy escribir aquí; pues de las mujeres que de forma más o menos velada, aparecen en la vida de Jesús en los Evangelios
De
aquellas de las que se habla muy poco, o casi nada, es decir hoy no voy
escribir de la Magdalena, de la pecadora pública, que no es la Magdalena, ni de
Marta y María de Betania, ni del Samaritana, las señoras a las que dedico esto,
aparecen y desaparecen del Evangelio
de
algunas de casi todas no sabemos ni el nombre, de otras ni se las nombra.
Así que empiezo, y puesto que Jesús es el
Novio de la Iglesia, la primera es una novia.
La
novia de las bodas de Cana, la jovencita a la que seguramente María, la Madre
ayudo a vestir su vestido de novia, esta mujer que seguramente fue felicitada
por Jesús, y que ha estado a punto de tener su primera discusión matrimonial
por la falta de algo material como el vino
pero
que ha tenido la suerte de que otra Mujer
La Madre estuviese allí, y consiguiese que
Jesús le regalase el vino nuevo
y vino nuevo suena a Pascua
De
esta mujer nada se dice, pero no cabe duda que allí estaba
y que si su corazón no se alegro, pues al no
conocer la falta no se había apenado
si que
no se vio ensombrecido por el dolor.
La
siguiente es la viuda de Naín, tampoco se dice su nombre, no importa, porque es
cualquier mujer que pierde un hijo, es más es cualquier mujer que sufre la
perdida de un ser querido, y aún es cualquier ser humano que pierde al ser que
ama
en ella en esta mujer que queda sola a merced
de parientes, imagen también de la marginación
Jesús
ve a su Madre, a su Madre también viuda, con un hijo único, y que le será
también arrebatado por la muerte; al
Hombre Jesús, el corazón se le conmueve y no puede menos que devolver el hijo a
la madre, de decir por medio de ese gesto, lo que la Iglesia ha recordado
siempre; “la religión verdadera es
atender a los huérfanos y a las viudas y no contaminarse con el mundo” Carta de
Santiago
“la mujer que alaba a María; por ser la Madre
de Jesús” “dichoso el seno que te llevo, y los pechos que mamaste” y, a la
cual Jesús que a pillo no le gana nadie,
le usa para alabar a su Madre
Por lo mismo que movida por El Espíritu Santo
la alabo su prima Isabel, por aceptar y cumplir el mandato del Padre Dios
Juana, la mujer de Cusa, administrador de
Herodes (Lucas 9) señora, de la alta sociedad, que sin embargo acompaña a las
mujeres que siguen al Nazareno; lo que
indica que su marido era un buen hombre
Susana
otra de sus compañeras de las que sólo se dicen los nombres, en una ocasión,
Jesús, se diferencia de los rabinos de su tiempo, en el admite mujeres en su
grupo, aunque formen “caravana” aparte
La
hemorroisa, una mujer valiente, tan valiente que no se arredra ante su impureza
legal, y tiene el coraje de “robar el milagro” y de confesar su robo, una mujer
con fe fuerte, una mujer valiente, que sabe que Jesús no le mancha ninguna
impureza, si no que Él convierte la impureza
en pureza
La
afectada de hernia discal; si la que llevaba doblada 18 años, y a la que Jesús
libera en sábado para chinchar, y para demostrar que más que el ser humano,
sólo Dios,
Y que
es al mismo tiempo, imagen de cualquier ser humano aplastado por el pecado; y
al que Jesús arranca y eleva del mismo, pero también de cualquier abatido,
aplastado, y un aviso a los cristiano de que eso es lo que tenemos que hacer, “levantar al caído, al que se dobla”
La
cananea. La mujer idólatra, pagana, gentil, nuestra antepasada, que descubre a
Jesús, que es el Salvador de todos; y, a
nosotros, nos enseña el valor de la oración perseverante, y descubrirle su
secreto, que ovejas perdidas de Israel es toda la humanidad
La
hija de Jairo, la niña de 12 años que se ha muerto, y a la que Jesús hablándole
en su lengua nativa, si fuese en Galicia le habría hablado en gallego, la
manda, la arranca de la muerte, y con una consigna a los padres, que le den de
comer, porque hace falta alimentarse para vivir; y hay que alimentar también el
espíritu si no, no es que se muera, es que se “pudre”
La madre de esta niña, que tiene el valor de
dejar que su marido meta en casa, aquel desconocido, y así consigue tener de
nuevo a su hija
La
suegra de Pedro, a la que Jesús libera de lo que le impedía servirle, la
fiebre, pero todos, o casi todos tenemos algo que nos impide servir a Jesús,
esta señora una vez es liberada de su fiebre se pone a servir a Jesús
La
mujer de Pilatos, según la historia Claudia Procula; la gentil, o proselita que
va hacer todo lo que pueda; para impedir que Jesús sea condenado a muerte por
su esposo, una mujer valiente
Las
mujeres que lloran por el camino del Calvario, y a las que Jesús, más que
consolar reprende, “no lloréis por mi, llorad por vosotras y vuestros hijos”; y que es un aviso, a que nos dejemos de tanto
desagravio, por los pecados ajenos, como si el Hijo no hubiese ya desagraviado
por los de todos, que no, nos de pena Dios, que es Dios
si no los pobres que no lo conocen, que
lloremos por nosotros por nuestros pecados, que nos arrepintamos y cambiemos de
vida, y que ayudemos a cambiar y arrepentirse a los demás.
No esta en la Biblia y su figura no es histórica,
pertenece a la tradición así con minúsculas, pero seguro que existió, me
refiero a la Verónica, y si no existió, como me dijo un día mi confesor, “hija
que más Verónica quieres
que Madre Teresa, limpiando a Cristo, en India, porque lo que hagamos a sus
hermanos se lo hacemos a Él mismo”
Ni que
decir tiene que madre Teresa, ahora Santa Teresa; vivía en aquel momento, pero
cada vez que ayudamos a otro ser humano, somos “la Verónica” Faltan muchas,
pero estas a mi me dicen mucho, por eso las comparto.