“Glorifica al Señor Jerusalén, alaba a tu Dios Sión, que ha reforzado los cerrojos de tus puertas y ha bendecido a tus hijos dentro de tí, ha puesto en paz en tus fronteras y te sacia con flor de harina...” Salmo 147
Como sabemos todo lo que esta dicho en el AT a Israel, al pueblo judío,, lo podemos aplicar a La Iglesia que es el Nuevo Israel, o el Israel que continua aquel que brota del, ya que el Pueblo judío, es la raíz de la Iglesia, así que mentalmente podemos donde dice Sión, leer Iglesia
Y como Iglesia y miembros de la misma, tenemos motivos para alabar a Dios, porqué ha reforzado los cerrojos de las puertas, esos cerrojos son los que impiden que el Enemigo se cuele y haga estragos, es la Enseñanza cristiana, los Sacramentos, El Magisterio de la La Iglesia ordinario y extraordinario, si un cristiano se mantiene dentro del mismo esta seguro, el Enemigo no se cuela, en La Iglesia, no en la iglesia, somos santos, dejamos de serlo cuando abrimos brecha y salimos fuera, es decir no hacemos lo que Dios nos manda por La Iglesia; por eso Pablo en sus cartas llamaba santos a los cristianos a los que se dirigía, y, así nos llama el dogma de la comunión de los santos
El Salmo se refiere en primer lugar al mana, pero nosotros tenemos el pan eucaristico, que es más que pan, más y mejor que la flor de la harina, con la que se elabora, porque es el mismo Jesús, el Hijo de Dios y de María, quien se nos da en comida, y no sólo como Eucaristía, se nos da también en su Palabra, en La Escritura, ya escuchada en la iglesia, ya leída y orada en cualquier otro sitio, siempre la recibimos de Dios por medio de la Iglesia.
En el Salmo se cumplía de modo imperfecto, en nosotros lo hace plenamente.