El Buen ladrón y el Espíritu Santo. El buen ladrón al que la Tradición, no La Divino apostólica, llama Dimas, reconoció en Jesús que estaba crucificado con él, no solo a un inocente, sino a Alguién que no se iba quedar en la muerte. Que iba volver
Por ello le pidió se acordará de él en su Reino, si pensará que Jesús iba acabar en una fosa, la petición no tendría sentido, su petición es más bien como un ruego a un rey, lo confiesa Señor, vencedor de la muerte
Y, eso nos dice San Pablo que nadie lo puede hacer, sin el Espíritu Santo, por lo tanto el Espíritu Santo, estaba actuando en Dimas, el buen ladrón es un hombre del Espíritu Santo. Que le ayudó a dar su mayor golpe. Asaltar el Cielo, timando a Jesús.