Tú que sabes tantas cosas,
dime por qué vuela el pájaro;
por qué crecen las espigas;
por qué reverdece el árbol.
Por qué se alumbran de flores
en primavera los prados.
Por qué no se calla el mar.
Por qué se apagan los astros.
Por qué es sonoro el silencio
en la soledad del campo:
y el agua corre a esconderse
entre su risa y su llanto.
Por qué el viento aviva el fuego
cuando no puede apagarlo.
Por qué el corazón se duerme
si el alma sigue soñando.
José Bergamín