Ante Dios repensar, dar tiempo y celeridad
Tenemos que pensar la vida, las decisiones a tomar ante Dios y con Dios pensarlas y re pensarlas, para no obrar a lo loco, ver si soy capaz de esto o de aquello, contando sí con Dios,, pero no olvidando que Dios no le pide al pez que camine por el campo, no tomar prisa no actuar a lo loco
Mejor salvo excepciones, no tomar decisiones en frío ni demasiado caliente, dejar pasar unos días, sí la cosa viene de Dios no se irá, y si no es que no era para uno
Echar incluso cálculos económicos cuando sea preciso, por ejemplo en el caso de donaciones a entidades de La Iglesia o ONGs dignas
Ponernos en el sitio de la persona a la que queremos aconsejar, “reñir”, lo más probable es que acabemos no diciéndole nada, porque eso sea lo correcto
Así con tiempo, pero con celeridad que parece un contrasentido, pero no lo es.
Una vez que sé que debo y puedo hacer aquello, o que no debo o no puedo hacerlo, pasar a otra cosa, o si debo hacerlo empezar.
Y, aquí el mejor consejero que Dios me va dar, por él que me va hablar va ser mi propia vida y circunstancias, pues los demás solo ven desde fuera.