¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?
Se lo pregunta el salmista, y nos lo debemos de preguntar todos, y cada uno
Porque todo lo bueno que tenemos empezando por la vida, la hemos recibido de Dios, los padres han sido el instrumento más o menos consciente
A Dios le debemos todo, y no tenemos forma de pagarle, porque cualquier cosa que le demos, él ya nos la dio antes
Por eso el salmista, inspirado se responde, ya sabe lo que hará
“Alzaré la copa de la salvación bendiciendo su Nombre
cumpliré al Señor mis votos delante de todo el Pueblo
…
Señor yo soy tu esclavo, hijo de tu esclava
rompiste mis cadenas
Te ofreceré un sacrificio de alabanza dando gloria a tu Nombre santo.”
El salmista está pensando en la celebración de La Pascua, en la 4ª copa, y precisamente los teólogos en su mayoría enseñan que fue en esa 4ª copa con la que Jesús instituyo, consagro el Vino que se convirtió en su sangre, que iba derramar por todos.
Jesús como hombre ha recibido de Dios más que nadie, pues Dios en el mismo instante de su creación, de su concepción en María, lo unió a su Verbo, lo hizo hijo natural suyo. Solo él lo es, le concedió poder decir sin mentir, soy hombre y soy Dios, y le regalo toda la creación, nosotros en el lote.
Jesús y con él nosotros alza la Copa el Cáliz de salvación bendiciendo el Nombre de Dios, ahora Jesús lo hace por medio de sus hermanos sacerdotes ministeriales, pero nosotros que también somos sacerdotes nos unimos. Es lo que sucede en cada Misa, en Cada Eucaristía, que por eso se llama Eucaristía, acción de gracias. Cada vez que asistimos a Misa, no de bancos disfrazados, estamos con Jesús, dando gracias a Dios, como Dios quiere.
El salmista, y Jesús rezó muchas veces este salmo, como buen judío que es.
El salmo dice, “Cumpliré al Señor mis votos”
Jesús vino con una misión, Dios le encargo rescatarnos, y Jesús se dedicó a ello toda su vida terrena, su alimento era hacer la voluntad del Padre, aunque le llevase a la Cruz
Pues nosotros cada uno, también tenemos que dar gracias a Dios, haciendo su voluntad por encima de todo, aunque nos lleve a la Cruz.
El salmo continúa, y en un momento dice
Señor yo soy tu esclavo, hijo de tu esclava
rompiste mis cadenas
Esto parece que a Jesús no le cuadra mucho, pero le cuadra perfectamente, porque aunque es Dios, al hacerse hombre, como hombre fue siervo esclavo de Dios, se entregó totalmente, es el Siervo de Yhv, Siervo e hijo, y es además hijo de su esclava, La Virgen María, que también como buena judía que es, rezaba este salmo, se lo dijo a Gabriel.
“Yo soy la esclava del Señor, y esclava se volvió a llamar en su Magnifícat
Y, que cadenas le rompió Dios a Jesús, pues las de la muerte, al resucitarlo y sentarlo a su Derecha.
Y aquí podría surgirnos la idea de que eso vale solo para Jesús, pues sería un error
Porque cada uno de nosotros, lo podemos decir igual
Somos hijos de la esclava Eva, y de La Esclava y Señora María, esclava de Dios, Señora de lo creado
Somos esclavos de Dios, le pertenecemos como ningún esclavo ha pertenecido nunca a ningún amo, pues nos hizo y nos mantiene en el ser
Y Dios ha roto las cadenas que nos estaban las de la muerte, pues nos espera la Resurrección, las del pecado que nos libera del Infierno, lo hizo lo hace por Jesús.
Sigue
“Te ofreceré un sacrificio de alabanza dando gloria a tu Nombre santo.”
Ese sacrificio es La Santa Misa, anticipada en la Cena pascual, y llevada a efecto en La Cruz
En cada Misa, Jesús por medio del sacerdote que actúa en su persona, es decir en su nombre, que es “el mismo Jesús”, ofrece el Sacrificio de alabanza para gloria del Nombre de Dios, el Sacrificio de su Cuerpo y sangre, ante todo el Pueblo, el Pueblo es toda la Iglesia, militante, purgante, triunfante, aunque en la iglesia esté solo un cura viejito, y 2 viejitas dormitando
Y cada uno de los bautizados somos llamados en especial los católicos a unirnos como sacerdotes, del sacerdocio común recibido en el bautismo, a unirnos al sacerdote, para con él ofrecer al Padre el Sacrificio de alabanza, ante toda La Iglesia
Por eso el sacerdote dice
“Orad hermanos para que este sacrificio mío y vuestro sea agradable a Dios Padre todopoderoso”
Dice mío y vuestro, no porque él sea más guapo, más santo, ni porque no sea también un fiel cristiano, dice mío y vuestro distinguiendo, porque ahí en el altar el sacerdote católico, se transforma en Cristo, es Cristo, aunque sea un criminal como persona, en la Misa es el mismo Cristo.
Ya sabemos como podemos agradecer a Dios
Yendo a Misa
Aceptando y cumpliendo su Santísima Voluntad
No olvidando quien es él, quienes somos cada uno.
Lo demás es perder el tiempo y hacer el indio. Con respeto a los indios.