sábado, 13 de abril de 2019

Silencio de María tras la anunciación


Silencio de María tras la anunciación

La última palabra que escuchamos de María, en el episodio de La Encarnación, es “yo soy la esclava del Señor, que se haga en mi según tu Palabra!, hasta el episodio de la visitación, no habrá más palabras

Y, es que la adolescente María, no acaba de salir de su asombro, Dios la ha elegido, sin ningún mérito por su parte, para que el Mesías que su Pueblo, y, ella esperan, nazca de ella, y, nacerá de ella siendo ella virgen, María sabe que Dios, su Dios lo puede todo

Pero no puede evitar el miedo, la pena, qué pensará José cuando se enteré, cómo explicarle el misterio que ni ella entiende, José su prometido es bueno, es un buen judío, pero es un hombre, no puede decirle nada, no va llegar y decirle, “estoy embarazada del Espíritu de Yhv”; se expondría no sólo a ser tachada de adultera, sino de blasfema

Vera como contárselo a sus padres, pero no quiere agobiarse mucho, porque pensándolo bien, todo lo que le pasa viene de Dios de su Señor, no va Ella una esclava cuestionar a su Señor, ya Dios se encargará de poner en sus labios las  palabras para explicarlo a sus padres, ya  se encargará Él de José, si el Niño que ya lleva en su seno, va ser llamado un día Hijo de Dios, si es el Santo, como le llamó el Arcángel, ya Dios se encargará de que no muera apedreado por unos bestias que se creen con derecho a matar, y, encima lo hacen en nombre de Dios, además el Arcángel lo dijo claro, “El Santo que nacerá de ti”, y, la adolescente María, recuerda que en su Pueblo, el Santo es solo Yhv, y, de pronto con un temblor de temor no de miedo, y, de alegría comprende a quien lleva en su vientre, adora a ese Hijo, pero sin saber porque siente que “El Santo de Israel”, es también ahora su pequeño, y, no puede evitar tocarse el vientre en una caricia, que es un acto de adoración y un acto maternal, en el silencio interior con el que habla con su Dios iba decir al Hijo que lleva dentro desde hace tan pocos minutos, mi Señor, mi Dios gracias, ahora vamos a ver a Isabel que debe precisar ayuda, pero se le escapa, “Mi pequeñín vamos a ver a tita Isabel que también lleva en su vientre otro hijito, vamos ayudarles, y, de paso empiezo a hacerte ropita, ya verás cuantas cosas te va enseñar tu mamá”, así empezaba aquella adolescente judía a ser Madre del Mesías, Madre del Verbo encarnado, Madre de Dios, no en la Noche de Navidad en la mañana de la Anunciación, así en silencio
María de pronto aunque lo ignoraba era ya La Señora de la creación, pues llevaba en forma de niño embrión en su útero al Creador.