viernes, 14 de junio de 2019

Capítulo VI de Marcos

Capítulo  VI de Marcos

 Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos.  Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: "¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos?

"Son incapaces de preguntarse, si Dios no estará allí en aquel hombre, se quedan en la tierra, les parece imposible, no se abren a la transcendencia. Y, ¿yo me abro?"
 ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago,  de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?".
Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo.
Por eso les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo,  en su familia y en su casa".
Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos.
Y él se asombraba de su falta de fe.
Tienen una mente tan cerrada que no van a los hechos se quedan en  la familia, es como ellos, por eso Jesús no puede hacer nada, y, es que para que Dios, Jesús pueda actuar, yo tengo que creer en su poder, buscarlo


Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente.
 Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros.
Y les ordenó   que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero;
 que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas.
 Les dijo: "Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir.
 Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos".
 Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión;
 expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.
Los Doce la Iglesia tiene poder sobre el Mal; no buscar ni apoyarse en la riqueza ni el poder eso, simboliza y quiere decir no llevar pan ni dinero, sólo un bastón para apoyarse al caminar. ¿ Cuál es ese bastón,? la Fe de la Iglesia. ¿Me apoyo en él o busco otros apoyos

El rey Herodes oyó hablar de Jesús, porque su fama se había extendido por todas partes. Algunos decían: "Juan el Bautista ha resucitado, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos".
Otros afirmaban: "Es Elías". Y otros: "Es un profeta como los antiguos". 
 Pero Herodes, al oír todo esto, decía: "Este hombre es Juan, a quien yo mandé decapitar y que ha resucitado".
Herodes tiene remordimientos, no arrepentimiento, sabe que Juan era un profeta, por eso ahora confunde a Jesús con él, y tiene miedo, no temor miedo, el miedo a Dios aleja de él
 Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan  a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado.  Porque Juan decía a Herodes: "No te es lícito tener a la mujer de tu hermano".
 Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía,
 porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía, quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto.
 Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea.
La hija de Herodías salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: "Pídeme lo que quieras y te lo daré".
 Y le aseguró bajo juramento: "Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino".
 Ella fue a preguntar a su madre: "¿Qué debo pedirle?" "La cabeza de Juan el Bautista", respondió esta.
 La joven volvió rápidamente a donde estaba el rey y le hizo este pedido: "Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan Bautista".
El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla.
En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan.
El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre.
 Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.
Herodes es un cobarde que cede ante su amante, y mata a un inocente, no lo hizo por no cometer perjurio, el 2º precepto le importaba como el 6º al adultero incestuoso. Lo hizo por no perder prestigio, y de paso sacarse, “ al plomo de Juan”, seguro que muchos, dirían que Juan se lo busco, quien mandaba meterse con el rey. Hoy desde luego lo dirían hablarían del derecho de Herodes a hacer lo que su conciencia, le dijese aunque confundan la conciencia con otra cosa
Juan hizo lo que debía fue profeta
Herodes no, fue un asesino
Herodías instigo al crimen, e hizo cómplice a su hija
La hija no debió obedecer a la madre
Pero quedan otros, los invitados. Ninguno protesto, tal vez no hubiese servido de nada, pero ni lo intentaron, y, ahí entro yo, ante la injusticia ante el crimen legal no puedo callarme mirar para otro lado, aunque no me hagan caso, no puedo ser como los invitados a aquel tétrico banquete
 Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
Él les dijo: "Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco". Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer.
Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto.
Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos.
 Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor,  y estuvo enseñándoles largo rato.
 Como se había hecho tarde, sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Este es un lugar desierto, y ya es muy tarde.
Despide a la gente, para que vaya a los campos y pueblos cercanos a comprar algo para comer".
 Él respondió: "Denles de comer ustedes mismos". Ellos le dijeron: "Habría que comprar pan por valor de doscientos denarios para dar de comer a todos".
Jesús preguntó: "¿Cuántos panes tienen ustedes? Vayan a ver". Después de averiguarlo, dijeron: "Cinco panes y dos pescados".
 Él les ordenó que hicieran sentar a todos en grupos, sobre la hierba verde,
y la gente se sentó en grupos de cien y de cincuenta.
 Entonces él tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. También repartió los dos pescados entre la gente.
Todos comieron hasta saciarse,
 y se recogieron doce canastas llenas de sobras de pan y de restos de pescado.
Los que comieron eran cinco mil hombres.

No es malo querer  descansar huir de la gente pero si esta nos necesita de verdad, se acabó el descanso, no se pueden desperdiciar los dones de Dios. Los 12 cestos representan a Israel 12 tribus y, a la Iglesia que nace y tiene ahí sus raíces con sus 12 Apóstoles, a todos los llena Dios Jesús de sus gracias cinco mil hombres, es decir los bienes son para toda la humanidad

En seguida, Jesús obligó a sus discípulos a que subieran a la barca y lo precedieran en la otra orilla, hacia Betsaida, mientras él despedía a la multitud.
Una vez que los despidió, se retiró a la montaña para orar.
 Al caer la tarde, la barca estaba en medio del mar y él permanecía solo en tierra.
 Al ver que remaban muy penosamente, porque tenían viento en contra, cerca de la madrugada fue hacia ellos caminando sobre el mar, e hizo como si pasara de largo.
 Ellos, al verlo caminar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar,
 porque todos lo habían visto y estaban sobresaltados. Pero él les habló en seguida y les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no teman".
Luego subió a la barca con ellos y el viento se calmó. Así llegaron al colmo de su estupor,
 porque no habían comprendido el milagro de los panes y su mente estaba enceguecida.

“Cuando todo nos es contrario tú hijo viene en nuestra ayuda, como olvidamos enseguida que nunca nos falló, pensamos que es ilusión y, tratamos de escapar. Por suerte, Él sube a nuestra barca, a la Iglesia, pero también a la de cada uno y calma nuestras tormentas
Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí.
 Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús,
y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba.
En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.