A Dios le encantan los disfraces,
de Zarza, de lluvia, de brisa, de pan de vino.
A nuestro Dios le encanta
disfrazarse, a Moisés, se le disfrazó de Zarza ardiente; a Elías de lluvia y de
brisa, hecho hombre en su segunda
Persona, esto sin disfraz, el Verbo el Hijo de Dios es hombre para siempre, le
siguen gustando los disfraces, ahora se disfraza de “pan y vino” oculto en un
armario que llaman Sagrario
Pero cuidado no es el único
Se disfraza de madre soltera
De familia, o viejos desahuciados
de su casa
De personas de otros países que
vienen buscando un sitio donde vivir sin que los maten
De viejo enfermos
De personas con todo tipo de
discapacidades
De inmigrantes que llegan en
pateras, jugándose la vida, porque en su tierra seguro la iban perder
De inmigrantes musulmanes
De niños mongólicos a los que los
buenos esos buenos miserables que la toman contra una empresa que rechace
contratar a una de estas personas, pero a las que ellos aconsejan hacer pedazos
en el útero de sus madres. Ven mal que no se les contraten, pero ven bien que
se los maté
De homosexual no importa el sexo,
apaleado, vejado, no de miembro de grupo LGTB
Y, a veces estamos contra esas
formas de presentarse, y, queremos que no molesten, que se les eche fuera
El susto que nos vamos a llevar,
cuando nos enteremos, qué era un disfraz, y, quien estaba detrás, pero será
tarde
Por eso mejor empezar ahora a ver
en todo el que sufre, al Dios hecho hombre
Que ya sabemos su manía de los
disfraces.