Una escena de humor del Evangelio
Llenad las tinajas de agua, y llevad al mayordomo. Imaginemos la escena, somos los sirvientes, los camareros en una boda, los invitados no paran de cantar. “Judea patria querida..., El vino que vende Raquel ni es blanco ni tinto...etc., tienen un saque la madre que los parió, que se han ventilado el vino, si todo el vino, bueno pensamos que beban agua, que luego van con el burro, y se despeñan
Entonces se nos acerca una señora, una muy guapa, que estuvo ayudando en la cocina, y nos dice señalándonos a uno de los últimos invitados.
“Haced todo lo que él os diga”
No, nos dice quien es, ni ella ni el señalado, ni que los une, ni tampoco porque hemos de hacerle caso en todo, ya estamos pensando en no hacerle caso, pero se vuelve nos agarra por el brazo y nos dice al oído algo que solo nosotros escuchamos, “o agarro de zapatilla”
Al poco tiempo se acerca aquel invitado, un chico muy alegre, y que parece viene con ganas de fiesta
Mira las tinajas vacías, no las del vino, las de las abluciones, y nos dice, “llenad estas tinajas de agua, y llevadlas al mayordomo”. Todos nos miramos y nos entran ganas de decirle al gracioso, que se ría con sus amigos, que no, nos vamos a reír del mayordomo, ni de los novios, llevándoles agua, cuando esperan vino, pero la imagen de aquella señora nos viene a la mente, y lo hacemos vamos temblando con las tinajas llenas de agua, nos tememos el despido, esperamos oír las risas de aquel joven invitado y sus amigos y como no de la señora
Pero al probarlo el mayordomo, constata que es vino de la mejor cosecha
Pasa el tiempo y cuando en La Eucaristía nos dan el Vino, y nos dicen que es su Sangre, que él lo ha hecho le creemos, sabemos lo que le gusta transformar el agua en vino, el Vino en su Sangre derramada
Aquel día nos expusimos a hacer el ridículo, nos dejamos guiar por María, la señora era La Señora, su Mamá.
Dejémonos guiar siempre por su Mamá, y no temamos hacer el ridículo, con Jesús nunca se hace
Y, esto vale para los cristianos de todos los tiempos