Nuestro Dios es Fuego devorador. Hb, 12, 18
Esto significa que es imposible, que sí le dejamos que nos acerqué a su Corazón, que nos una a él, no seamos “incendiados” por su Amor, que su Fuego, no devoré no destruya nuestro pecado, lo que pasa es que solemos quedarnos a distancia, “prudencial” entonces no, nos incendiamos, y así, no podemos incendiar el mundo.
Es a lo que se refería Jesús, cuando decía.
“Tengo que propagar un incendio, y qué bueno ya estuviera ardiendo”
Porque Jesús quería incendiar todo, con su Amor divino y humano.
Por Jesús y de la mano de los que nos han precedido, nos acercamos al Cielo, que no son angelotes gordos luciendo el culo, y tocando el arpa en las nubes, no es lo que nos dice el Apocalepta, lo que nos dice La Iglesia cuando declara un Beato, o un santo, y que yo ponía en un comentario en el sillón bíblico, y que nos recuerda la Carta a los Hebreos, que yo citaba en el comentario. Puesto a continuación
“Nos acercamos a la Jerusalén celeste; a millones de Ángeles; a la Asamblea de los primogénitos escritos en el Cielo; a la Sangre de Jesús que habla mejor que la de Abel; Somos primogénitos del Padre, los santos son primogénitos.