Nuestro pecado, afea la creación de Dios, cómo puede Dios rescatar esa belleza sin dañar su obra suprema, que somos nosotros- Dios lo soluciono metiéndose en el mismo Mal; por eso esta colgado en una Cruz, no rechaza nada nuestro ni el pecado. Viejo sillón de Abel año 20
La creación salio hermosa, bella con la perfección que puede tener lo creado, Dios pinto un cuadro bellísimo.
Y, nosotros sí nosotros, que somos Adam y Eva, los viejos, porque los nuevos, que son los verdaderos, son Jesús y María, lo estropeamos, lo manchamos. Rompimos el conjunto, metimos el Mal, la violencia, la muerte, el pecado
El Génesis de forma poética y mítica, nos habla de que Dios había dado la hierba verde de comida para todos, fieras incluidas, pero llego el pecado, y apareció la violencia, ahora el león mata al cordero, y el hombre al hombre a su hermano.
Por eso tras el pecado de Adam, se nos cuenta el de Caín
Pero Dios toma baza a favor nuestro, él va restaurar su cuadro, lo hará haciéndose hombre en Eva, aunque sea la nueva Eva, pero que viene de aquella, y él será el Definitivo y verdadero Adam
Y, como su calendario, solo pone Hoy, pues se va haciendo Familia, Pueblo, preparando sus genes humanos, escogiendo a los más malos, los más pecadores. El Dios encarnado lleva genes, de gente que no tiene buena fama.
Pero él que será en su humanidad, él sin pecado, no desdeña a los pecadores, por eso, los buscaba escogía y estaba con los considerados despreciables por los buenos
Porque había venido a echarse encima nuestras culpas, para lavarlas con su Sangre
Cuando el Libro del Apocalipsis dice. “Estos son los que han lavado sus túnicas en la Sangre del Cordero”
No se refiere a personas buenas, santitos, no, los que han sido lavados, eran, somos los que estábamos de la mugre del pecado, hasta las cejas, pero que lavados en su Sangre, quedaron, quedamos limpios.
En una novela de Carlos Zafón
Un hombre en compañía de su hijo de 15 años, se encuentra un mendigo sucio y maloliente, y el padre habla con él, y lo invita a comer con ellos
El niño calla por educación, principio de siglo XX, pero al quedarse solos, protesta y dice a su padre, que no piensa comer con aquel señor. El padre le dice que le encantará comer con él.
Llega la hora de la comida, una mesa puesta con todo detalle, llaman a la puerta y el padre va abrir, es el invitado maloliente, que es conducido, al cuarto de baño, donde tiene una bolsa para meter su ropa que será quemada, y ropa nueva.
Cuando llega al comedor, el niño apenas lo reconoce, era él mismo pero era otro por supuesto la comida con él señor invitado le encanta, porque es culto, de hecho era un viejo librero y escritor
Qué había pasado que gracias al padre del chico, se había podido asear, vestir
El niño tenía razón no podía comer con aquel mendigo maloliente, pero con aquel caballero.
Pues bien, sí no rechazamos el Cielo por idiotas, nos encontraremos con sorpresas así.
Impíos malolientes que veremos convertidos en imágenes casi gemelos del Cordero, por haber sido lavados en su Sangre, y vestidos con Ella.
Porque Dios asume nuestra culpa para hacerla Gracia.
Y, entonces la Creación entera brillará en todo su esplendor primero.