Sólo la sangre del Cordero borra nuestras culpas
Hay 3 textos, 3 frases que definen esto muy bien, y, seguramente habrá muchos más
Al pecar nos ponemos de espaldas a Dios; no dejamos de, depender del pues somos criaturas, pero nos ponemos de espalda, y, si esa actitud nos pilla la muerte, eso es el Infierno,, "el no tener a Dios"
Una vez que hemos pecado, cuando Dios, nos recuerda nuestra culpa, tenemos 2 salidas, una la de darnos por vencidos, ya hemos hecho el mal, pues ya esta hecho, quedarnos ahí, con esa opción, que desemboca en el Infierno
La otra opción pedir perdón, y, bien reconocemos porque Dios nos lo muestra que hemos pecado; sabíamos que habíamos hecho mal; pero que nuestro mal, hubiese tocado a Dios, lo hubiese en cierto modo herido, que hace inútil, el dolor de Jesús por nosotros en su vida, y, sobre todo en su Pasión
Ese gran mal, que es el pecado personal, Dios tiene la obligación de perdonar lo, porque el pecador hace penitencia, da limosna, vuelve hacer el bien, se confiesa... Pues no, Dios no tiene ninguna obligación con nosotros, y, además el pecador caído, sigue siendo pecador, enemigo de Dios, todo lo que haga, es hecho por un enemigo, podrá hacer hasta siempre punto, obras buenas, pero el bien hecho, no quita el mal que se hizo.
Y, entonces qué pasa, Dios lleva al pecador a confiar en su Amor a pedirle perdón, y, le perdona, le perdona porque lo ama, no sólo le perdona, sino que borra todas sus culpas; las borra las lava, con La Sangre del Cordero Jesús, toma los méritos de Jesús, lo que Jesús mereció por su obediencia que lo llevó a La Cruz, y, nos lo regala; nos lo da como premio, y, así con la sangre del Cordero nos salva
Y, cuando nos confesamos, nos acusamos ante el sacerdote, este nos perdona en el Nombre de La Trinidad, no en nombre propio, y, en el perdón del sacerdote, El Dios trino nos perdona; nos hace justos en el Justo, no por la confesión, por La Sangre, los méritos de Jesús, que nos aplica
Lo mismo vale para la limosna
Ya vueltos a justificar, recibimos la gracia para obrar bien, por Jesús
Y, los textos a los que me referían son
de la epístola de San Juan 1ª de Juan, 1, 7
La frase que repetimos antes de comulgar, "Una palabra tuya bastará para salvarme"
Del adorote devote de Santo Tomás, "Jesús mío pelicano piadoso, que de tu sangre mi pecho impuro limpia, que de esa sangre una gotita pueda a todo el mundo salvar de su malicia"