Jesús, Pedro y Juan el Amado.
Pedro acaba de recibir de Jesús por tres veces el encargo de pastorear el rebaño de Jesús, Jesús le ha anunciado que un día lo llevarán a donde no le gustaría ir, le ha anunciado su martirio
Pedro acaba de ver confirmada su misión, entonces ve a Juan, ve al Amado, bueno Amados lo eran todos, y, Pedro tiene una idea, qué pasa con aquel, seguramente se dice, me va decir El Señor, “Tienes que esperarlo, tu misión depende de la suya”
Pero no, el truco a San Pedrito no le salió bien, Jesús le dijo bien claro, “Si yo quisiera que este permaneciese hasta mi vuelta, no es asunto tuyo”, tú sígueme
Y es que cuando Dios nos llama a una misión, cuando sabemos que tenemos que hacer algo, no podemos escudarnos en los demás en haber que hacen o dejan de hacer si vienen o no vienen, no, ese es su problema que ya Jesús hará lo que tenga que hacer, tú tienes que hacer lo que Dios te dice, y yo, y el otro, sin esperar a nadie. Jesús tiene para cada uno, una misión