Rm 8, 28-39
En estos versículos, Pablo o,
mejor dicho el Espíritu Santo por medio de Pablo, nos habla, nos muestra el
verdadero Dios, el Dios Amor
Lo primero que leemos es
“Sabemos, además, que Dios dispone todas las cosas para el bien de
los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio.”
Y, a quienes ama, a todos, Dios
no está desentendido del mundo. Aun cuando pudiera a veces parecerlo, él va
guiando y, orientando todo a nuestro sumo Bien. Que es nuestra vida con Él, si
repasamos la historia vemos que de las cosas peores han salido grandes bienes
Sigue Pablo
Diciéndonos que Dios quiere que
seamos como su Hijo Jesús, que lo reflejemos
A eso nos destinó, predestino, y, entramos todos. A los que
predestino, los justifico, nadie se hace justo, se santifica así mismo, pues
Dios no, nos debe, la justificación es siempre absolutamente obra de Dios, y, a
los que justifico glorificó
Naturalmente, uno puede salirse del Camino, de la lista de
los predestinados, Dios respeta la libertad, sino lo suyo no sería Amor, y, si
ese rechazo nos coge con puerta cerrada como a las vírgenes pendejas, pues la
culpa será nuestra
Dice Pablo
“¿Qué
diremos después de todo esto? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra
nosotros? ”
Pues nadie, qué me vengan a mí,
con mensajitos apocalípticos, que de algo me tengo que reír
“El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por
todos nosotros, ¿no nos concederá con él toda clase de favores?”
Dios para quien todo es presente, sabía el trato que íbamos
dar a su Hijo, y, con todo lo envío, por eso, si nos dará por él todo lo que
pidamos, pero no olvidemos que la petición tiene que ser, como pide Jesús, como
pidió en Getsemaní
¿Quién podrá acusar a los elegidos de Dios? Dios es el que
justifica.
Nadie si no han rechazado la elección, no justifica el
mundo, ni la conciencia, sino Dios
¿Quién se atreverá a condenarlos? ¿Será acaso Jesucristo, el que
murió, más aún, el que resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por
nosotros?
No, si lo confesamos con la vida, no, sí lo negamos ya nos
hemos puesto fuera, con todo, Él sigue insistiendo hasta que la puerta se
cierra
Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? ¿Las
tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los
peligros, la espada?
Nada nos puede sacar La Fe, ni la Esperanza, ni el Amor,
nada podremos pasar noches oscuras, pero Él está ahí a nuestro lado, nuestra
libertad está protegida, ahí tenemos tantos ejemplos hoy en día, los mártires,
las madres solteras, los que cuidan enfermos y no les proponen la muerte, los
que malviven pero no se meten en negocios turbios. El político que se da de
baja, porque no traiciona su conciencia por un voto
Como dice la Escritura: Por tu causa somos entregados continuamente
a la muerte; se nos considera como a ovejas destinadas al matadero
Hoy se sigue cumpliendo, y, donde no se nos mata, que en
muchos sitios se nos margina socialmente, se nos mira como locos, y, hasta como
malas personas por algunos. Todo por pensar como Dios no como el mundo
Pero en todo esto obtenemos una amplia victoria, gracias a aquel
que nos amó
Cuando el mundo, la sociedad, nuestra naturaleza
herida, no consiguen salirse con la suya, y, hacemos lo que Dios quiere, hemos
vencido con Jesús, como Jesús, por no tirarse de La Cruz, ni desde el alto del
monte
Porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los
ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes
espirituales,
ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.
ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Nada nos puede separar del Amor
de Dios, ni nuestro pecado, pues si lo confesamos, y, pedimos perdón sincero Él
nos perdona
Pero hay algo, que Pablo, no cita
aquí, y, que si nos puede separar del Amor de Dios, y, es nuestra propia
voluntad, nosotros mismos, el idolátranos
Por eso, hemos de tener cuidado
con ese enemigo, con él que convivimos