Los escorpiones del desierto, el roquedal y el Mana divino
El libro del Éxodo, y, los profetas recordaran que Israel cruzo el
desierto, donde abundaban los escorpiones, cuya picadura es mortal, donde no
había agua, sino roquedales, rocas secas, bajo un sol abrasador, pero habla
también del Mana divino, el alimento que Dios dio a su pueblo, para alimentarlo
Y, eso qué me dice a mí, porque
si es sólo la historia de un hecho del pasado, no me sirve. Pero la Palabra de
Dios es viva
Y, ahí habla de la Iglesia, de mi
vida y de la tuya que somos Iglesia, y, parte de La Iglesia
Los escorpiones son todas esas situaciones, personas,
demonios, tentaciones en suma, que
escondidos en la tierra, es decir
ocultos bajo formas inocentes, progresistas, conservadoras, etc. tratan
de alejarme del Camino del Evangelio, de Jesús, y, a veces consiguen herirme,
consiguen herirnos, más de las que nos gustaría, pero Dios tiene un antídoto
para nosotros. La Sangre de su Hijo
Los roquedales son para unos la noche oscura, las dudas, el
hastió en la oración, el sentir a Dios a veces lejos, aunque sabemos está a
nuestro lado, las pruebas y momentos duros de la vida, que todos tenemos unos
más y otros menos, y, ahí donde nos parecía que no íbamos a soportarlo, podemos
con ello, porque aunque no lo veamos Dios nos sostiene, y, de esas rocas, de
esos roquedales sale agua, de aceptación, de crecimiento, de amor. No de
resignación, que la resignación, sólo tiene de común con el ser cristiano, las
letras r, n, i, a, o.
Y, el Mana, es el alimento que
Dios nos da para seguir adelante
Es la ayuda que nos da por otras
personas
Es La Escritura
Y, sobre todo, es La Eucaristía,
si no la hacemos un ídolo