El evangelio de según San Juan,
nos narra este episodio acaecido pocos días antes del martirio de Jesús
Cuenta que la comida era para
festejar la resurrección de Lázaro. Y, es que siempre es bueno celebrar que
otro vuelva a la vida, el padre del hijo pródigo también hizo fiesta al recuperar a su hijo
Que una persona que estaba fuera
del Camino, torne al mismo se debería celebrar siempre, pero más bien hacemos
lo contrario, y, dudamos de que la vuelta sea cierta
Parece que aquellos no dudaban de
la resurrección de Lázaro, con todo esto no es lo importante del relato
El Evangelio, cuenta que María,
quien por cierto no es la Magdalena, ni la adultera, ni la pecadora
arrepentida, sino una hermana de Lázaro, rompió para Jesús, un frasco de
alabastro lleno de perfume, que derramo sobre sus pies y su cabeza, llenando de
perfume toda la casa, es decir todo su mundo
Y, es que cuando hacemos bien,
por Jesús, con Jesús, y, para Jesús, ese perfume se extiende, se expande, llega
a todos, también a los hocicos de los que se sienten molestos
Y, el molesto aquí es Judas, que
de pronto, descubre que aquello se podría
haber vendido en 300 denarios y dado a los pobres; de entrada uno le da la razón, pero el caso es
que Judas era un ladronzuelo, al que los pobres no le importaban, lo que
quería, es que hubiera dinero en su bolsa, para meter a su saco
Además se acordó justo, cuando
María, derramo el perfume sobre Jesús, no antes, por ejemplo, no protesto por
la comida
Y, esto se sigue dando, cuando
alguien quiere dar dinero para una obra de Apostolado, de la Iglesia, dinero o
tiempo, siempre va venir, “Judas”, y va
decir que mejor sería emplearlo en otras cosas
Pero Jesús sale al quite en
defensa de la mujer, pobres siempre los vamos a tener, la ocasión concreta
de ungir de servir a Jesús no, María lo
unge, lo prepara para la sepultura, y, por ende para la resurrección
Hoy nos dice lo mismo, que no
hagamos caso a los judas