sábado, 4 de mayo de 2019

Leyendo la Biblia de otra forma Unción en Betania

 Leyendo la Biblia de otra forma Unción en Betania

El evangelio de según San Juan, nos narra este episodio acaecido pocos días antes del martirio de Jesús

Cuenta que la comida era para festejar la resurrección de Lázaro. Y, es que siempre es bueno celebrar que otro vuelva a la vida, el padre del hijo pródigo también  hizo fiesta al recuperar a su hijo

Que una persona que estaba fuera del Camino, torne al mismo se debería celebrar siempre, pero más bien hacemos lo contrario, y, dudamos de que la vuelta sea cierta

Parece que aquellos no dudaban de la resurrección de Lázaro, con todo esto no es lo importante del relato

El Evangelio, cuenta que María, quien por cierto no es la Magdalena, ni la adultera, ni la pecadora arrepentida, sino una hermana de Lázaro, rompió para Jesús, un frasco de alabastro lleno de perfume, que derramo sobre sus pies y su cabeza, llenando de perfume toda la casa, es decir todo su mundo

Y, es que cuando hacemos bien, por Jesús, con Jesús, y, para Jesús, ese perfume se extiende, se expande, llega a todos, también a los hocicos de los que se sienten molestos

Y, el molesto aquí es Judas, que de pronto, descubre que aquello se podría  haber vendido en 300 denarios y dado a los pobres;  de entrada uno le da la razón, pero el caso es que Judas era un ladronzuelo, al que los pobres no le importaban, lo que quería, es que hubiera dinero en su bolsa, para meter a su saco

Además se acordó justo, cuando María, derramo el perfume sobre Jesús, no antes, por ejemplo, no protesto por la comida

Y, esto se sigue dando, cuando alguien quiere dar dinero para una obra de Apostolado, de la Iglesia, dinero o tiempo, siempre  va venir, “Judas”, y va decir que mejor sería emplearlo en otras cosas

Pero Jesús sale al quite en defensa de la mujer, pobres siempre los vamos a tener, la ocasión concreta de  ungir de servir a Jesús no, María lo unge, lo prepara para la sepultura, y, por ende para la resurrección

Hoy nos dice lo mismo, que no hagamos caso a los judas