martes, 26 de febrero de 2019

Proclamando en el Desierto



Proclamando  en el Desierto 

Mateo 3. 1-12

1 Por aquellos días aparece Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea:
2 «Convertíos porque ha llegado el Reino de los Cielos.»
3 Este es aquél de quien habla el profeta Isaías cuando dice: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas.
4 Tenía Juan su vestido hecho de pelos de camello, con un cinturón de cuero a sus lomos, y su comida eran langostas y miel silvestre.
5 Acudía entonces a él Jerusalén, toda Judea y toda la región del Jordán,
6 y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.
7 Pero viendo él venir muchos fariseos y saduceos al bautismo, les dijo: «Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira inminente?
8 Dad, pues, fruto digno de conversión, 9 y no creáis que basta con decir en vuestro interior: “Tenemos por padre a Abraham”; porque os digo que puede Dios de estas piedras dar hijos a Abraham.
10 Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego.
11 Yo os bautizo en agua para conversión; pero aquel que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. Él os  bautizará en Espíritu Santo y fuego.
12 En su mano tiene el bieldo y va a limpiar su era: recogerá su trigo en el granero, pero la paja la quemará con fuego que no se apaga.»

Juan el último profeta del Antiguo Testamento, aunque se presente en el Nuevo, el Precursor, él que va preparar el camino a Jesús

Un hombre que viste con sencillez extrema, que come saltamontes,  a eso se refiere cuando dice langostas, Juan administra un bautismo de penitencia. El verdadero bautismo vendrá con Jesús.

Es duro el lenguaje de Juan, muy duro, no creo que les hiciera gracia a sus oyentes, la verdad al principio Jesús debió desilusionarlo, había anunciado un león rugiente,  y, era un manso Cordero, aunque como Cordero lo presento también Él.

Siempre me llamo la atención  la actitud los saduceos que no creían en la resurrección, y, sin otra vida, mejor dicho sin la continuación de la vida en la eternidad de Dios, no tiene mucho sentido el querer ser justos, visto quien triunfa en la tierra

Hay una frase de Juan, que para mí tiene una gran importancia.

“Dad, pues, fruto digno de conversión, y no creáis que basta con decir en vuestro interior: “Tenemos por padre a Abraham”; porque os digo que puede Dios de estas piedras dar hijos a Abraham”


Hoy a los cristianos nos diría que no, nos basta decir que somos hijos de Dios, hijos de La Iglesia, pues Dios puede sacar de las piedras hijos de Dios, hijos de la Iglesia, y, si Juan al decir piedras pensaba en los países gentiles, paganos, hoy pensaría en los ateos, y, agnósticos  buenos, honrados

Juan reconoce que no es digno de desatar la correa de la sandalia del que anuncia. Él que bautiza con Espíritu Santo y Fuego

El Fuego de Pentecostés, pues todos los Evangelios son “relatos pascuales”, narren lo que narren

Hoy la palabra de Juan, sigue siendo actual, y, sigue proclamando La Palabra