Jesús no se cansa y no apaga la
mecha vacilante
El profeta Isaías lo había dicho,
bueno en realidad el profeta lo había dicho de Ciro, pero Él que hablaba por el
profeta lo había dicho de su Siervo Jesús
No se cansa, no se refiere al
cansancio físico que en su vida mortal tuvo, como todo ser humano, sino a ese
cansancio de tirar la toalla de rendirse, ese cansancio de dejar de confiar en
que el otro cambie: de que no lo vuelva dejar en la estacada
Sus tres años de vida apostólica
pública, jamás rechazo hablar con nadie, ni fariseo, ni saduceo, ni gentil, ni
los 12, ni el pueblo, jamás se dijo, “aquí no hay nada que hacer, Abba, los
hiciste libres, y, yo, ya no sigo”, no dio por perdido a nadie, a nadie
No apago la mecha vacilante,
cualquiera en una vela cuya llamita vacila, y, se está apagando, la apaga de
una vez, él no
Y, eso lo sigue haciendo, sigue
esperando, y, buscando al que se fue, sigue alentando la mecha vacilante, él
que tal vez no va a Misa, porque lo han escandalizado los que tenían que dar ejemplo,
pero acude echar una mano a esa vecina, o pariente, o conocido que lo está
pasando mal, y, que en el pasado no se portó muy bien con él, o, va cuando lo
siente a Misa, o entra a rezar en la Iglesia;
o mira con cariño una imagen, Jesús no apaga esa mecha, ni quiere que
nadie la apague que los fariseos de ahora, no vengan diciéndole, “para eso
mejor no hagas nada”, porque Él sabe que el Viento de Su Espíritu Santo, cuando
Él quiera convertirá, la llamita vacilante en un incendio.