Cuida
de todas y cada una de sus ovejas, sanas y enfermas
Para
el buen pastor, todas sus ovejas tienen la misma importancia, él no descuida a
las enfermas ni a las sanas. Las cuida por igual, a las sanas evitando que se
enfermen, alejándolas con su cayado, de los precipicios a los que se encaminan,
apartándolas de comer hierbas que le puedan dañar, enfrentándose cuando es
preciso a las fieras
A las
enfermas, curando sus heridas, cargándolas al hombro, luchando a brazo partido con el lobo
aunque resulte herido
Bajando
al más profundo barranco, para rescatarla, y, subirla cargada a sus hombros,
jamás dice, “estas en el barranco ovejita, pues no te hubieras caído”, pero si
la oveja se mete bajo una peña, si se resiste al pastor, este no puede hacer nada
más que llorar su oveja