“Dios no aprecia los jarretes (la fuerza del hombre), si no
a los que confían en su misericordia”
La frase esta extraída de La Sagrada Escritura. Para Dios no
cuentan los bravucones, que confían en vencer ellos solos, el mal, y, el Mal,
los que creen que son especiales por ser de tal Iglesia, de tal Movimiento, o
de tal cofradía
Los que se enorgullecen de su fe, aunque no vivan muy de acuerdo con ella, los que se
creen guardianes absolutos
Los que se sienten fuertes, porque “observan el cumplimiento” ( cumplo y miento) de cientos de preceptos humanos
Los que han encadenado la verdad, y, no dejan acercarse a
ella
Ni en los que tienen muchos estudios teológicos,
bíblicos en lenguas originales, porque
pueden pagarlos
Ni los que van de peregrinación a este o el otro santuario,
a Tierra Santa, porque pueden pagarlo
No, Dios se complace en el pobre, el humilde, el que se sabe
pecador, pero confía ir al Cielo, pues sabe que no tiene ningún derecho a ir,
y, que ira por los méritos de Otro, del Otro, del Hermano mayor, de Jesús, Dios
se complace en él que se sabe débil, necesitado de empezar cada mañana, casa
segundo, pero confía en su Misericordia, en la Misericordia, y, el Amor de
Dios, y, a lo mejor no peregrina nunca al santuario famoso, ni a Roma, ni a
Tierra Santa, peregrina a la cabecera del enfermo, a la casa del viejo solo,
del niño pequeño cuyos padres necesitan un pequeño descanso, porque sabe que
allí esta Él