Junto a la Cruz, María muestra su
grandeza y reciedumbre
María junto a La Cruz, no quiere
demostrar nada, hubiera preferido no
estar allí, pero nadie sería capaz de arrancarla
Y, porque en La Cruz, está
agonizando entre dolores horribles su hijo, el hijo de sus entrañas, el que
pario. El que sintió crecer en su cuerpo, el que amamanto, el que educo, su
pequeño, su Niño Jesús, su hijo, el Mesías de Israel, rechazado por su Pueblo,
y, su Dios, aunque no sé esto último hasta que punto, lo comprendía María, pero
si era su Dios
Pero me disculpen los beatos, los
devocionarios, es igual, porque María es Madre, sobre todo Madre, y, si su hijo
no fuera quien es, Ella estaría igual a su lado, ahora que esta solo
Allí recibirá otro hijo como
regalo, Juan, un hijo para ocupar el sitio del hijo, pues Jesús no le dice, ahí
tienes otro hijo, sino, ahí tienes a tu hijo, y, su hijo es Jesús. María deberá cuidar a Juan, como a Jesús,
también para ella cuenta lo de, “Lo que hiciste con mis hermanos, me lo
hicisteis a mí”, en Juan, María místicamente nos recibirá a todos, por eso la
Virgen nos cuida, se lo pidió Jesús
Maria no está resignada, no grita
ni patalea, ni se mesa los cabellos,
Ella se une a las plegarias de su Hijo, también ella fue redimida. Para Dios
no hay tiempo de esa Redención que ahora
se realiza, ella fue la primera beneficiada, antes incluso de existir como
Hombre el Redentor
Maria no esta resignada, actitud
del que aguanta, porque no le queda otra, Maria se sabe, se siente, se
proclama, “Esclava del Señor”, Ella ha entregado su voluntad, su vida a su
Creador, lo que Dios quiere esta bien, no analiza, acepta, porque Dios es su
dueño, su Señor, Dios sabrá porque permite que su propio Hijo, Jesús es Hijo de
Dios, muera de aquel modo, como un blasfemo, como un maldito, ella sabe, que
Dios es Amor, y, por eso llora en silencio, y, dice como dijo 33 años antes.
“Aquí está la esclava del Señor,
hágase en mí, según tu Palabra”
Y, lo sigue diciendo con las
madres, mujeres, novias, hermanas, con cualquier mujer, o cualquier hombre que
vela al lado de un enfermo moribundo, de un herido, de un condenado a muerte,
lo sigue diciendo, y, acompaña a su Hijo, que como decía la vieja saeta, sigue
crucificado
Y, nada de eso tiene que ver con
la imagen de una diosa estática, sin sentimientos, no Maria es una Mujer, La
Mujer