En el Credo confesamos que el Espíritu Santo, es dador de
vida, es decir que es Creador, como el Padre y el Hijo, en el Génesis lo vemos
aleteando sobre el caos de las aguas, es decir llamando y dando vida a lo no que
existía. El Libro de La Sabiduría nos recordará que ha llamado a todo lo que
quiso a la existencia, si no quisiera nada hubiera existido.
Y, el salmo 104, repite, “Envías tu Espíritu y los creas, y,
renuevas la faz de la tierra”
Cada ser vivo el más pequeño, es obra de su Poder, ahí está
su maravillosa grandeza, aunque sea como decía la Santa abulense una hormiguita, pero al llegar al ser humano, hay
que hacer parada aparte, porque ahí, el Divino Espíritu no sólo llama a la
existencia a un ser vivo, si no que prepara su propia Casa, su Nido
Pues esa es la misión de cada ser humano desde su
concepción, ser morada del Espíritu Santo, pena que pocos lo sepan, y, atenten
contra este Templo sacro santo que es el ser humano