Nicodemo habla de Jesús
Mi nombre es Nicodemo soy judío, y pertenecía a los puros de Israel, o eso creía yo, era fariseo. Los fariseos éramos fieles observantes de La Thora.
Cuando escuche hablar de Jesús, del Rabí de Nazaret, de lo que decía y hacía, me entraron ganas de conocerlo, un rabino de Galilea, y para más señas de la aldeucha de Nazaret era algo digno de verse.
Decidí presentarme en su casa, fui de noche, no quería que nadie me viera, pero aunque yo no lo sabía entonces era también de noche en mi corazón
Me recibió su madre y me mando pasar, nos pusó una jarra con vino, y, un poco de queso
Yo, le expusé el motivo de mi visita, le dije y no mentí, que sabía que venía de Dios, pues sí no, no podría hacer las cosas que hacía.
Entonces me dijo algo que me desconcertó, que si no volvía a nacer no podría entrar en el Reino
Yo, bromee diciendo que cómo podría un viejo volver al seno materno para nacer. No penseis que no lo había entendido, yo también era rabino, y, además tenía estudios Jesús no. Yo sabía que se refería a que había que empezar de nuevo, como el niño recién parido, y, la verdad me pareció una majadería.
Luego el continuó diciendo que Dios amaba tanto al mundo, que le entregaba a su Hijo. Yo sabía como judío, que Dios es padre de todos los hombres porque los crea y conserva, y padre de un modo especial de todos los judíos, pero que Dios tuviese un Hijo privado, me sonaba casí a blasfemia
Jesús prosiguió y dijo que cuando Él fuera levantado, atraería a todos hacía Él, que quienes creyeran en Él no serían juzgados, lo serían los que no lo aceptasen, y, volviendo a lo del nacimiento, que el viento sopla donde quiere, y, oyes su voz, pero no sabes porque, y, así es todo nacido del Espíritu
Me despedí, una cosa llevaba clara, Él se tenía por el Hijo de Dios, no dije nada, hasta pensé si no estaría un poco loco
Después fui siguiendo su trayectoria, lo defendí ante el sanedrín varias veces
Y hace muy pocos días no pasan de 50 asistí en el Golgota a su ejecución en la cruz, entre dos ladrones, y, fui al verlo allí despedazo, hecho una piltrafa humana, cuando supe, que aquel hombre al que yo había ido a visitar de noche, no era sólo un hombre, sentí que algo se removía en mis entrañas, y, yo que lo había ido a visitar de noche, no tuve reparo en ir acompañado de mi amigo José de Arimatea, a visitar a Pilato, y, pedirle su cuerpo para darle sepultura, era muy arriesgado, y, no tanto por Pilato, sino por los de mi pueblo, y, por los demás fariseos y saduceos, Jesús por haber muerto en cruz era un maldito, además había muerto por blasfemo, pedir su cuerpo era casi decir que éramos suyos, pero no, nos importó
Con el permiso de Pilato, lo bajamos de la cruz, lo limpiamos un poco, pues había prisa por estar cerca la fiesta de la Pascua judía, y, lo sepultamos en una tumba nueva que tenía José de Arimatea
Al tercer día, empecé a oir rumores de que si habían robado el cuerpo, si había resucitado, yo no tuve dudas, había resucitado, en realidad su resurrección ya había empezado en la cruz, murío cuando lo dijo, era Señor de la vida y de la muerte, no, no me encontré con él resucitado, al menos no en la forma que estais pensando
Ayer se celebraba la fiesta de las cosechas y la promulgación de La Ley, en griego Pentecostés, y, fuimos todos los judíos, incluso los que vivían en la diaspora, yo estaba junto con los suyos, algunas mujeres entre ellos su madre, en el piso superior donde él había celebrado la última cena con sus amigos.
Éramos unos ciento veinte, de pronto surgió un Viento fuerte que nos sacudió de arriba abajo, y, luego unas llamaradas de fuego que nos hacían hablar en lo que Él quería.
Sentí entonces que había vuelto a nacer, entendí las palabras de Jesús, yo tenía más de 60 años, pero mi corazón era el de un bebé, María sonreía, acababa por la acción del Espíritu de volver a ser madre, ahora de un parto multiple
Todos teníamos ganas de salir y contar y hablar, pero cuando Simón el pescador, al que llamaban Pedro, se puso en pie, supimos que teníamos que callar no era nuestro signo, Pedro hablo valientemente, confeso la resurrección de Jesús, y, mando a la gente que se bautizará, nos bautizamos todos, más de 3.000, yo fui uno de ellos
Soy un hombre feliz, que digo un hombre un niño, un niño de un día, sé que no lo vamos a tener fácil pero no me importa, su Espíritu nos acompaña, y, ahora sé que la muerte acaba en resurrección, además tengo tenemos a su madre, a nuestra madre, ella también es una chiquilla, una niña, lo fue siempre, aunque su cutis esté lleno de arrugas, también Jesús El Señor, nuestro hermano mayor fue siempre un niño.
Me despido de vosotros,
Nicodemo un niño recien nacido, aunque sea un viejo de sesenta años.