El Espíritu Santo nos da el Don del Perdón recibido, acogido y otorgado.
Cuando Jesús sopla sobre los discípulos reunidos en el Cenáculo, les dice que reciban El Espíritu Santo, se lo da, para que perdonen los pecados, y, ese perdón sea real.
Esto solemos verlo, los católicos en relación al Sacramento de la penitencia, y, esta bien visto, es decir es correcto, pero se queda corto, si lo dejamos ahí, Jesús nos consigue El Espíritu Santo a todos los cristianos, en realidad a todos los hombres, y, con el Espíritu Santo, viene la capacidad de perdonar
Que no es como piensan algunos olvidar, porque si olvido el mal que me hacen, también olvidaré el bien
Sí no sabiendo lo que el otro te ha hecho, me ha hecho perdonarle, estar dispuesto a ello; y, ayudarle aun a sabiendas que pueda volver a herirte, y, eso sólo se consigue con el Don del Espíritu Santo, es lo que hacen los mártires, lo que hacen muchas personas, lo que hizo el presidente Nelson Mandela, cuando estuvo en el poder, con los que habían sido sus verdugos y, torturadores.
Pero no se queda sólo ahí, del mismo modo que en relación con el Sacramento, nos da la fuerza y la gracia de acudir a la confesión, sin pensar en sí el cura es buena o mala persona, sino viendo en él, al administrador y dispensador del abrazo de Cristo
Del mismo modo cuando somos conscientes de haber herido a alguien nos da el don de reparar o intentar reparar el daño, de pedir perdón sincero. Sabiendo que sí no, nos perdona, nos basta en este caso el perdón de Dios
El perdonar no es algo natural, hablando de cosas serias, ya nos cuestan las tonterías, y, si la Fuerza y La Gracia de Dios no podemos.