Orar es reconocer mi dependencia de Dios. Cuando hago
oración, cuando rezó, estoy reconociendo mi dependencia Absoluta de Dios, reconozco que Él es, y, que yo sin Él no soy nada, no solo en la oración o rezo de petición o intercesión en cualquier tipo de rezo u oración, que merezca ese nombre.
Y, cuando lo hago acudiendo a la intercesión de los bienaventurados, de los justos del Purgatorio, o de La Virgen Madre, sucede lo mismo, porque yo no me baso en el poder de aquellos a cuya intercesión apelo, sino al amor que ellos sienten hacia Dios, que los ha salvado, que les ha dado sus dones, que los ha coronado caso de La Virgen y los bienaventurados. Que lo va hacer y como Dios lo tiene todo presente. Ya lo ha hecho. Caso de los que aún están en el purgatorio, y, no les pido me den ellos, sino que acudan a Dios por mí, para que por Cristo les escuche.
Es decir reconozco su dependencia de Dios, y, que lo que son lo son por Él
Es lo contrario de las cadenas de oración, donde no se confía en el poder de Dios sino en imágenes, en repetir textos de plegarias, es decir se da poder a lo que no lo tiene se crea un ídolo.