Jesús en los días de su vida mortal, ofreció oraciones al que podía salvarlo de la muerte. Carta a los Hebreos
A Jesús no le gustaba la muerte ni la cruz, no jugaba con cruces de pequeño
A Jesús la muerte y la cruz le horrorizaban, porque era es un ser humano normal
Pero una cosa le horrorizaba más, disgustar a su Padre, a su Abba adorado, por eso no consentía que nadie, lo alejase de su voluntad, aunque fuese alejarlo de la Cruz
Y, como no le gustaba le pedía y le pidió con más insistencia al Padre que lo librase de la muerte y de la cruz, pero sometiendose a su voluntad
Y, el Padre no lo libro de La Cruz, lo libro de la muerte, porque no dejo que lo retuviera en sus fauces, lo levantó y lo sentó glorioso a su Derecha, poniendo todo como alfombra de sus pies.
Porque Dios oye la oración del Justo, y, el Justo es precisamente su Hijo Jesús, hecho en María uno de nosotros, nuestro Mediador y Salvador que nos une a su oración, y, nos da la confianza de que el Padre siempre escucha, y, actúa como Dios
