jueves, 30 de abril de 2020

adultera es La Iglesia, es el pecador, soy yo

La adultera es La Iglesia, es el pecador, soy yo

En La Biblia se podría decir que la historia central es la de un matrimonio, cuyo esposo  esta locamente enamorado de la esposa que le es infiel una y otra vez,  con la particularidad que este esposo, tiene la capacidad de devolver a su esposa la virginidad de la noche de bodas, y, cada encuentro; es un nuevo comienzo, en el que no hay reproches, la esposa siempre vuelve virgen, no importa que se haya entregado a múltiples amantes en los caminos que hasta les haya pagado.

De todo eso hablan en lenguaje poético y erótico, los profetas, Oseas, Ezequiel..., y, Pablo en el Nuevo Testamento, aunque Pablo no hable justamente del adulterio-

La Esposa es Israel el pueblo elegido, es La Esposa de Dios, y, ha sido infiel una y otra vez, y Dios siempre la ha buscado, la ha purificado, y, se ha vuelto a desposar con ella, y, sólo se desposaban las vírgenes, las viudas o divorciadas, se casaban, no se desposaban.

La Iglesia nace de Israel, Israel  son sus raíces, Ella es la Esposa de Cristo, nacida de su costado en La Cruz, pero como su Madre Israel,  también a lo largo de la historia,  ha adulterado, entregándose  a los poderes del mundo, uniéndose a los reyes, aceptando el poder mundano, y, siendo de ese modo infiel a su Esposo. Pero el Esposo nunca renegó de ella, nunca la repudió, siguió buscando, aunque ella,  rompiese su túnica, y, muchas veces no se cuidase de sus hijos. El Esposo la perdono, la lavo de nuevo con su Sangre, y, le devolvió su virginidad, por eso La Iglesia es Santa

La adultera, somos cada uno de nosotros, que somos hijos de Israel, del Israel de los profetas pues somos miembros de Cristo, y, de La Iglesia,  nuestra alma por el bautismo ha sido hecha Esposa de Dios y de Cristo, pero nos dejamos seducir y somos infieles al Esposo al entregarnos al pecado, pero el Esposo no deja de buscarnos, nunca nos rechaza, y, nos busca no para castigarnos, para purificarnos, devolvernos la Gracia primera, loa virginidad, el alma también pierde su virginidad,  Dios nos la devuelve y se vuelve a desposar con nosotros. Sin echarnos en cara el pasado.  Para Dios cada encuentro cada arrepentimiento sincero, cada conversión, es el comienzo.

Y, desde esta visión de la adultera es otra de las formas de leer el episodio de la adultera del Evangelio de Juan; sin negar su historicidad