miércoles, 15 de abril de 2020

En Jesús se disipa toda duda.

  
  En Jesús se disipa toda duda.

  El ser humano por sí solo no puede llegar a Dios, y, no me refiero ahora, a su salvación, sino a que no pueda llegar a conocer ni veladamente la divinidad. Puede es cierto llegar a suponer la existencia de un Creador, de un “Dios”, pero nada sabrá de su providencia, de su Unicidad, además el mundo la vida, la misma naturaleza, pueden a veces ser confundidas con el Creador, y, los males de la vida, pueden ser vistos como castigos, así el hombre no sabrá si esta ante un dios o unos dioses crueles, o si sólo existe el ciego destino, es decir el caos, la muerte y la nada-
  Pero en Jesús Dios irrumpe en la vida del ser humano, hecho un paisano, y en Jesús se nos muestra definitivamente como lo que es Amor, el Dios que es, y esta con nosotros, Dios Uno y Trino, nos manifiesta su predilección por los pobres, los pecadores, los débiles etc., y como el Dios de La Vida, pues al resucitar Dios a Jesús, o si lo vemos desde la naturaleza divina de Jesús, al resucitarse Jesús, a sí mismo en cuanto hombre, esta diciendo que la vida ha vencido a la muerte, que Dios es un Dios de vida; y al fundar La Iglesia como Sacramento de Salvación para todos los pueblos, se revela como el Dios de salvación. Pero no sólo se resuelven en Jesús las dudas sobre Dios, sino sobre el propio ser humano, Dios lo declara lo más grande de la creación, ya que Dios no se hizo ángel, ni toro, se hizo ser humano
En Jesús pues se disipa toda duda de quien es Dios, y de quienes somos nosotros.