martes, 31 de octubre de 2017

Las sinrazones del ateísmo (3) Los relatos evangélicos de los milagros de Jesús. Por Andrés Garcia Vilariño. Sacerdote


Los evangelios incluidos en el Nuevo Testamento son escritos muy especiales, de un género literario propio, originado y forjado en el seno de las primeras comunidades de los discípulos de Jesús. Hoy su redacción final está bastante bien datada entre la década del sesenta y el  final del siglo I

Su singularidad consiste en la inseparable fusión de historia y de fe. Los hechos narrados en los evangelios, se narran como acontecidos, pero al mismo tiempo se narran testimoniando la fe en el Crucificado Resucitado y, además, para motivar esa misma fe en el lector o en el oyente. De hecho los autores de los evangelios lograron una admirable eficacia. Cualquier lector del Evangelio, ante lo que está leyendo no puede evitar preguntarse quién es realmente este Jesús Nazareno

Esta fusión fe historia se debe básicamente a que los evangelios escritos nacen de la predicación oral de los primeros predicadores, los apóstoles  y sus colaboradores inmediatos. De hecho, los biblistas descubren en los textos evangélicos  los ecos y resonancia de la predicación oral, con fragmentos de trasfondo litúrgico, catequético e incluso socio histórico, en el sentido de que hay textos  motivados e inspirados en la situación de las comunidades de la Iglesia naciente. Las cuestiones y problemas que los primeros cristianos afrontaban en la sociedad judía o greco romana, exigían una respuesta y una pregunta clave. “¿Sobre esto que nos dijo el Señor?” y, así iban recordando por un lado  sus enseñanzas, especial ente las parábolas e, por otro, los hechos y actitudes de Jesús

Lo primero, entonces, que el lector de los evangelios debe tener en cuenta es que estos libritos no son biografías  de Jesús ni se proponen referir con criterios historicistas los hechos de su vida.  Pero podemos afirmar con seguridad y confianza que los hechos en ellos narrados referidos a las enseñanzas de Jesús responden a la realidad acontecida. Un ejemplo nos puede ayudar a comprender esto. Imaginemos dos hermanos que viven muy distantes. Uno de ellos convivio con la madre hasta su muerte, y, le escribe una carta al hermano recordando lo que de niños compartieron en el hogar familiar e informándole sobre el final de la  madre anciana. La carta desborda de cariño, de ternura, de poesía, incluso. Eso no le resta veracidad a los hechos, pero estos aparecen enaltecidos, y, también enriquecidos o adornados de aprecio y admiración por la madre querida y recordada

Los relatos de los milagros y su sentido

Lo primero que el lector descubre en los relatos evangélicos de los milagros de Cristo es que con ellos no se reivindica  su mesianismo ni su condición divina. Frecuentemente el beneficiado recibe el mandato de callar sobre el favor recibido. Los milagros en los evangelios son denominados “signos”, o, “señales” del Reino de Dios. En el cuarto evangelio reciben el nombre de “obras”. Son, por lo tanto un elemento más de la actuación de Jesús, anuncio del Reinado de Dios. Son “signos” que “hablan”, de un Dios que ama a los pequeños a los marginados, los pobres, los pecadores. Los milagros son signos en la misma línea de otros signos de Jesús: con quien comparte mesa, el acompañamiento y discipulado de mujeres, la purificación del Templo, etc.

Los estudios históricos, textuales y literarios aplicados a los evangelios a lo largo del siglo XX concluyen que los relatos de los milagros nos remiten sin duda a los hechos reales de la  actividad histórica  de Jesús, aunque eso les cause problemas de interpretación a los lectores no informados del siglo XXI

En Conclusión, la interpretación correcta del relato evangélico del milagro de Jesús, se base a en estas claves

a.                 Fiabilidad histórica, en general, del texto y de su mensaje; o su carácter de “signo”, del Amor de Dios, más que de prodigio maravilloso; y, como en todas las páginas del evangelio, dejarnos, interpelar por las preguntas. Quien es para mí Jesús de Nazaret
b.                Y, qué me dice Jesús sobre Dios a quien llama Padre

Publicado en "Pobo de Deus", en gallego, por el Rvdo Padre D.Andrés García Vilariño, párroco de la colegiata, profesor de teología del Hogar de Santa Margarita, y, profesor jubilado de religión de La Escuela de formación del profesorado. En La  Coruña

ahora la forma en la que este sacerdote firma en "Pobo de Deus"   A.G. V.