domingo, 16 de julio de 2017

El Yo Soy, de Dios; y, el "yo soy de María


El Yo soy de Dios, y el yo soy de María
No se trata de comparar
El “Yo soy” de Dios, nos indica, nos dice Quien es; no sólo es “Yo soy”; sino también, “Yo estoy”
Dios es Amor, Creador, y, lo es siempre, él no conjuga más tiempo verbal que el presente, no, nos deja nunca, somos nosotros los que le dejamos a Él, él no es, “yo seré, yo fui, yo estuve, yo estaré”
Y, María, Maria es una criatura de Dios, no es “Yo soy”, por supuesto, pero en cada momento, Ella en relación con Dios pronuncia, su “Yo soy”. Este “yo soy”; como el nuestro tiene pasado, yo fui, futuro, si también ahora, porque aún no ha llegado a  su plenitud la parusía
Pero a diferencia del nuestro que cambiamos más que una peonza, el de María es siempre el mismo
“Yo soy la Esclava del Señor, hágase en mi Tu Palabra”, y, esto María lo dice, y lo vive en Nazaret en la Anunciación, en la huida a Egipto, en la vida oculta, en la Crucifixión,  en la Resurrección de su Hijo, en Pentecostés, en su Asunción, seguro que cada vez que viene a recordar que hay que fijarse más en lo que Dios quiere
María no cambia, porque esta llena de Dios desde su primer momento, Ella no era una teóloga, pero sabía quien era Dios, todo lo que una criatura puede saberlo, y, quien era Ella, ahora Dios en  el Verbo es su Hijo, pero nada ha cambiado
Por eso María es Señora, es Señora porque pertenece totalmente a Dios; por eso fue libre, como su Hijo, como san José, no se doblegaron ante nada, ni nadie, su voluntad no podían entregarla, tenía ya dueño, y, al ser propiedad de Dios, María es libre, es Señora, pues fuera de Dios nada hay por encima de Ella

Jesús le dijo, por lo visto a Santa Catalina de Siena, “Yo, soy el que soy, tú eres la que no eres”,  María supo siempre y lo vivió, y dejo hacer a Dios lo que quiso, que Ella era la Esclava  de Dios, su propiedad privada exclusiva, no que no sea, es que es, lo que Dios quiere, y así se introduce en el Dios eterno que la soñó toda la eternidad, hasta que un hombre y una mujer judíos, a los que damos el nombre de Joaquín y Ana, le ayudaron a crearla.