Si una imagen santa lo es sin importar su autor un libro lo mismo
Cuentan los biógrafos de Santa Teresa de Jesús, la gran mística castellana, que sus confesores y directores espirituales, le dijeron que las imágenes sagradas eran dignas siempre de respeto y veneración, no importaba quien fuese su autor, aunque las pintase el mismo diablo, pues no se veneraba al autor de la imagen, sino la santidad de la persona que esta representaba.
Pues bien, esto mismo vale, para los libros
Si un libro es bueno, no me refiero en el sentido literario, sino en el sentido de que sirve para acercar a Dios, o para orar, o para crecer en el conocimiento de la Fe, no importa quién sea su autor, ni que este en otras cosas no sea ortodoxo, o incluso que sea un sinvergüenza, si en el libro en cuestión esta con la verdad, el libro es bueno
No es cierto el aforismo, de “no hay porque condenar el libro, basta citar al autor”
No, lo es, porque Dios puede servirse de quien, quiera para comunicarse, no lo es, porque todo el mundo cambia, y, en nadie es todo malo. Del mismo que el hecho de que un autor sea ortodoxo en sus libros no quiere decir que lo vaya ser en todos
Lo que hay que hacer es usar el sentido crítico, de una fe y una personalidad formada, pero salvo en el libro blasfemo en cuyo caso, su mejor lugar es la basura, incluso aunque haya errores heréticos, no se trata de leer todos los libros del autor, pero tampoco está mal, si uno es persona formada y en formación, ver qué argumentos dar, es bueno hasta conocer al enemigo, para saber cómo atacarlo, naturalmente si uno tiene dudas, debe dejar el libro
Pero si no contiene nada contra la fe, sólo da su modo de verla, no importa, lo que fuera antes, importa el ahora, el libro es bueno, porque lleva al bien
Y, no es válido solo para libros de formación o de espiritualidad, vale para cualquier libro
No basta citar al autor, hay al menos que ojearlo, y, hojearlo.