Dejar que Dios me cambie no forzarlo yo
Es decir no pretender una hoja de buena conducta, el ser perfecto, Dios sabe cómo soy; como somos, Dios no me ama, por mis méritos que no tengo, ni por mis virtudes que no son muchas, me ama, pese a mis defectos, me ama, porque soy su obra, su criatura, si no me amase no existiría.
Por lo tanto no tengo que procurar ser más buena que, ni menos mala que, lo que debo hacer es procurar cada día amar a Dios, y, como aceptando, y, haciendo su voluntad, y, pidiendo perdón las veces que haga falta, pidiéndole ayuda, sin ponerle trabas, y, así dejar que sea Él quien me recree de nuevo