Oír la voz de Dios en los que encuentro cada día
Oír su voz en los que me salen al paso en el camino de la vida, en el día a día, no sólo las personas de la familia, ni los amigos, ni los conocidos, los desconocidos, hasta los enemigos cuando los haya
Oír su voz de petición de ayuda
Oír su voz, callada pero que grita en silencio
Oír su voz no pronunciada que reprende o felicita
Porque las personas, también son “palabra de Dios”.