Sin la Eucaristía, la Escritura
se queda en nada, en puro papel
Pensemos por un momento en el episodio de Emaús; los
discípulos han oído la explicación de La Escritura, su corazón ha latido
acelerado, pero al llegar a la esquina, “el extranjero”, se despide, tras
desearles buen camino
Ellos seguramente durante un
tiempo, habrían reflexionado sobre lo que “el extranjero”, les había dicho,
pero poco a poco su racionalismo, lo habría descartado
Pues con esto es lo mismo, la
lectura, la oración bíblica, es “el extranjero”: Jesús que sin conocer todavía
encontramos en el Camino de la vida, nos alegra, nos fortalece, si, pero sí no
lo recibimos en La Eucaristía, si no lo adoramos en el Pan y el Vino, pronto,
La Escritura no será más que una colección de libros de otro tiempo, y, poco a
poco empezaremos primero con la crítica, luego con el rechazo, o, peor con la
indiferencia, ya no, nos dirá nada, será palabra, letra muerta, porque La
Palabra es Jesús, y, hace falta no sólo leerla, también comerla