Nuestro Dios, resulta que no es
nuestro dios, nuestro Dios, es Él que se nos da cada día en sorpresa, alegría y
dolor
Cada uno, yo, tú todos a lo mejor
hay alguno que tenía que estar ya canonizado que no
Pero el resto, todos, sin hacerlo
adrede, tenemos nuestro dios, que le llamamos como si fuera Dios, pero es
nuestro ídolo particular, al que como todo ídolo, manejamos, llevamos, usamos
como máquina tragaperras, lo tenemos de empleado, para deshacer entuertos,
arreglarnos hasta el grifo, le echamos la culpa de todo lo malo, lo bueno no,
eso no es obra suya, lo malo tampoco, como todos los ídolos no vale para nada
Pero Dios el de verdad, el de
Israel, no, nos deja, volveríamos a la nada, y, nos sorprende cada día, en la
alegría, y en el dolor, ambos forman parte de la vida