Me alimento de la Eucaristía, y
la Escritura necesito las dos
Es decir necesito el Pan de la
Palabra y el Pan de La Eucaristía, porque en los dos está, Jesús, Jesús es la
Palabra de Dios, que ya en cierto modo se esconde en la Biblia desde el Antiguo
Testamento, pero que en el Pan y el Vino Eucarístico, se da todo entero
Yo necesito ambos
En La Escritura, en los dos
Testamentos, “escucho la Voz de Dios”, encarnada ya, en una letra débil, en la
voz balbuciente de los profetas, un
Testamento me lleva al otro, preciso el Nuevo para oír la Voz que resuena en el Antiguo, pero necesito el Antiguo para oír la Voz que resuena en el Nuevo, y, que es la misma, y, necesito la Voz de La Iglesia, para no mezclar voces, para no confundir La Voz de Dios, con la escritura de los hombres
Testamento me lleva al otro, preciso el Nuevo para oír la Voz que resuena en el Antiguo, pero necesito el Antiguo para oír la Voz que resuena en el Nuevo, y, que es la misma, y, necesito la Voz de La Iglesia, para no mezclar voces, para no confundir La Voz de Dios, con la escritura de los hombres
Necesito La Biblia, porque en
Ella esta Jesús, siempre con algo nuevo, en letra vieja, otra cosa, es que yo
lo escuche siempre
Pero no me llega, como no me llega hablar con mis amigos por
teléfono necesito verlo
Yo a Jesús, necesito tenerlo
cerca tan cerca, que no haya unión que la supere, necesito comerlo, si comerlo
aunque suene a canibalismo en La Eucaristía, porque sólo ahí sé como los de
Emus, que él de La Escritura era él