miércoles, 23 de agosto de 2017

Jesús no nació ignorante, ni con malicia



Jesús no nació  ignorante ni con malicia, pero si imperfecto y desconocedor, o no sería hombre
El Concilio de Calcedonia, condeno el eutiquismo, una herejía que decía que en La Encarnación del Verbo se habían juntado las dos naturalezas, fundiéndose en la divina
Pero no, El Verbo se hizo hombre, y hombre de verdad igual a nosotros en todo, excepto en el pecado, que es un pegote que nos pusimos nosotros, no Dios
Jesús tuvo enfermedades propias de la infancia, el mismo Isaías lo recuerda.
no tuvo ciencia infusa, pero no fue un ignorante, porque la ignorancia, no el
desconocimiento procede del pecado y lleva al mismo.
No tuvo malicia, pero si fue tentado en todo, lo dice el Espíritu Santo
Desconocía muchas cosas, y él mismo lo reconoció, era imperfecto o no sería
hombre
Además la misma Biblia lo dice
Que fue llevado a la perfección
Que crecía en gracia, edad, estatura
Cierto que por la unión hipostática tenía la gracia de unión, y, la gracia
capital que se derramaba a todos los hombres, sobre todo tras su sacrificio,
pero como la naturaleza humana es finita, también la humana de Jesús, la
gracia podía crecer
Por supuesto sabía quién era, otra cosa es si lo comprendía o lo aceptaba
humildemente, pero lo sabía por “visión beatifica, o revelación especial”, de
lo contrario no podría haberlo manifestado, de sí mismo, y, nadie podría
decírselo pues superaba todo lo revelado al judaísmo.
Jesús no se limitaba a decir que había que cumplir los preceptos si no que
decía, “habéis oído que se dijo, pero yo os digo”, exigía ser amado con el
mismo amor que se debe a Dios, “Quien ama a su padre más que a mí, no es
digno de mi”
Se decía Uno con Dios; sabía que era Dios, que era el Mesías, pero al mismo
tiempo, sabía que era un ser humano, criatura de Dios, “ Os alegrarías de que
vaya al Padre, porque el Padre es más que yo”, esto claro está sólo Dios podía
revelárselo, El Padre, el Verbo con el que era es una sola persona y el Espíritu
Este es el misterio de Jesús, su doble naturaleza, sin mezclas, y, en esa
naturaleza humana imperfecta, que lo imperfecto no es pecado, Dios nos
redimió, porque aprenden las personas, crecen las personas, así que por
nosotros el infinitamente perfecto se hizo imperfecto, el omnisciente se hizo
desconocedor de lo no esencial para aprender de sus criaturas, y,

comunicarles su mayor secreto, la Trinidad y el Amor de Dios