“Queridos hermanos y hermanas:
La catequesis de hoy quiere
ser la puerta de una serie de reflexiones sobre la vida de la familia, la vida
real, cotidiana. Sobre esta puerta están escritas tres palabras que ya hemos
utilizado otras veces: permiso, gracias, perdón. Más fáciles de decir que de
poner en la práctica, pero absolutamente necesarias. Son palabras vinculadas a
la buena educación, en su sentido genuino de respeto y deseo del bien, lejos de
cualquier hipocresía y doblez”.
Efectivamente, el Papa
recordó a San Francisco de Sales que solía decir: “la buena educación ya es
media santidad”. Pero aludiendo a la memoria histórica el Pontífice puso en
guardia sobre el “formalismo de las buenas maneras”, que puede convertirse en
una “máscara” que esconde “la aridez de ánimo y de desinterés por el otro”. De
hecho, “el diablo que tienta a Jesús hace alarde de las buenas maneras y cita
inclusive las Sagradas Escrituras” advirtió el Papa. “Su estilo aparece como
correcto, pero su intento es el de desviar de la verdad del amor de Dios”.
Más íntimo y más profundo es
el amor, más respeto exige
“La palabra Permiso nos
recuerda que debemos ser delicados, respetuosos y pacientes con los demás,
incluso con los que nos une una fuerte intimidad. Como Jesús, nuestra actitud
debe ser la de quien está a la puerta y llama”.
Para entrar en la vida del
otro aun cuando éste es parte de nuestra vida es necesaria la delicadeza de una
actitud no invasiva, que renueva la confianza y el respeto - siguió diciendo
Francisco – porque la confianza no autoriza a dar todo por descontado. Por eso
cuando nos preocupamos por pedir gentilmente también aquello que tal vez
pensamos que podemos pretender, ponemos al amparo el espíritu de la convivencia
matrimonial y familiar.
La gratitud, una planta que
crece en la tierra de las almas nobles
“Dar las Gracias parece un
signo de contradicción para una sociedad recelosa, que lo ve como debilidad.
Sin embargo, la dignidad de las personas y la justicia social pasan por una
educación a la gratitud. Una virtud, que para el creyente, nace del corazón
mismo de su fe”.
Muchas veces oímos decir
malas palabras y utilizar malas maneras también públicamente, como si fueran un
“signo de emancipación”, pero ésta es “una tendencia que debe ser combatida en
el seno mismo de la familia”, porque “si la vida familiar descuida la educación
a la gratitud y al reconocimiento, también la vida social lo perderá” argumentó
el Papa.
Una palabra difícil y sin
embargo tan necesaria
“Finalmente, el Perdón es el
mejor remedio para impedir que nuestra convivencia se agriete y llegue a
romperse. El Señor nos lo enseña en el Padrenuestro, aceptar nuestro error y
proponer corregirnos es el primer paso para la sanación. Esposos, no terminen
nunca el día sin reconciliarse”.
Esta palabra difícil pero a
la vez tan necesaria, a la vez que nos hace dignos del perdón, dijo el Pastor
de la Iglesia Universal, abre el camino para sanar las muchas heridas de los
afectos y desgarros en las familias que comienzan cuando se pierde esta palabra
preciosa: “En los hogares en los que no se piden disculpas comienza a faltar el
aire, y las aguas se estancan”, por eso “¡nunca terminar el día en familia sin
hacer las paces!”; basta una caricia, un pequeño gesto, una palabra, y así:
“¡la vida será más bella!”
“Que el Señor nos ayude a
colocar estas tres palabras en su justo lugar, en nuestro corazón, en nuestra
casa, y también en nuestra convivencia civil. Muchas gracias”.
(GM – RV)
(from Vatican Radio)