El Sí de María, un Sí incondicional a Dios, un fiarse de Dios por encima de la fe de
Abraham, porque ahora era más lo que se
le pedía, en contra de lo que han dicho
algunos viejos libros de espiritualidad,
yo no creo en la ciencia infusa de Maria, ni en que se supiese “ hasta
el VII” de ser así, pues que quieren no le veo mérito alguno.
No, yo no pienso que la jovencita
judía, supiese que la criatura cuya concepción se le anunciaba fuese el Hijo
natural de Dios, por la sencilla razón,
de que aquella, Muchachita era judía de religión, estaba en el AT, y el dogma trinitario, lo reveló, precisamente
Él que salió de sus entrañas, así que, lo que Maria podía conocer es que aquel
Niño sería el Mesías, el Esperado, sin entender el porque de su concepción,
contra las leyes de la naturaleza por lo que a la vía paterna se refiere, el
ángel no le dice, que su Hijo será Hijo de Dios, si no que será llamado, “ Hijo de Dios” significa, también en el
lenguaje bíblico, hombre justo.
Y Maria acepta aquella
maternidad, sabiendo lo que se le viene encima, y no me voy a la Semana Santa,
me voy a lo que en la mente de la joven María, debían de surgirle.
José su prometido, su
Betulah, su señor, podía con todo
derecho dado por la ley, acusarla y ella y su Hijo morirían apedreados, y, lo
mejor que le podría suceder seria que su prometido al final le perdonase la
vida, pero quedaría como una proscripta, como una mancha para su familia, y, su
Hijo sería señalado como el hijo de una “ harufa” la violada, todo se pintaba negro para la jovencita, no hace falta darle conocimientos sobre la
pasión que seguramente no tendría, no me la imagino una teóloga docta en las
profecías sobre el martirio del Mesías, esto bastaba.
Lo normal, lo que hubiera hecho
una persona que no fuese Maria, que no fuese; La Llena de Gracia, y por ello, la Llena de
Fuerza, sería, el decir que no, pero María no lo hace.
Tampoco dice un simple “Sí” como
si fuese Ella, la que le estuviese
haciendo el favor a Dios, no, Ella, la
verdadera Pobre de Yahvé, sabe, sabía que Dios es el Único dueño de todo, Ella
no le ha dado, porque dar, significa que uno, se cree dueño de algo, no, Maria,
la Esclava de Señor, y por ello, La Señora de todo, pues es tan libre que nadie
la domina, ni siquiera sus miedos de niña recién hecha mujer, esta en completa disposición hacia Dios, Dios
no tiene que pedirle nada, es su Dueño, un dueño al que adora y ama, si Maria
ama a Dios, lo ama por encima de su prometido, de su familia, de Ella misma, no
le importa lo que pueda venir, se pone en sus manos, se abandona enteramente,
lo deja que haga, que sea lo que Él quiera, y eso hará toda su vida, Dios no es
que sepa lo que es mejor, es que simplemente es dueño de Maria, un esclavo no
tiene voluntad propia, por eso. Maria dice
“Yo soy la Esclava del Señor, hágase
en mi, según tu palabra” o sea, Dios,
no tiene que pedirme permiso, estoy a su disposición
Y la Esclava se convierte en
Reina, en Madre, Esposa, su “Sí” que
durará toda su vida, en la que habrá luces y sombras, traerá la salvación a
todos.
Maria no salva a nadie, y llamar
a Maria salvadora en sentido absoluto es una herejía, no hay más que un
Salvador, el fruto bendito del vientre de Maria, Salvador en primer lugar de Maria, pero ese
Salvador; debe su existencia humana a Maria, si ella se hubiera negado, la
Encarnación no se hubiera producido, y
el modo ordinario de Redención tampoco, no sabemos si Dios nos hubiese dado
otra oportunidad, lo que si sabemos es que este lo tenemos gracias a Dios que
lo planeo durante toda la eternidad, pero después gracias a Maria, gracias a La Virgen María