Caminando sobre las aguas, y, el
Cenáculo
Jesús caminando sobre las aguas, y Jesús entrando en el Cenáculo con
las puertas cerradas, son dos textos pascuales, dos textos que nos hablan de un
Jesús que vence los obstáculos, los
elementos, cuyo Cuerpo domina la naturaleza y las cosas
El primero lo narran Mateo,
Marcos, creo que Lucas, y Juan es su capítulo VI, el mismo en el que habla del
prodigio, del mayor gesto de Amor después de La Cruz, que es La Eucaristía
Lo narrado es verdad, lo que no
significa que haya de ser histórico en el sentido literal del texto
“Los discípulos van en la barca
es de noche, con el significado que la palabra “noche”, tiene sobre todo en el
caso de Juan, pensar en las noches oscuras, en los momentos en que todo se ve
oscuro, negro, hay temporal la barca va mal; a mí me recuerda esos momentos en
que La Iglesia parecía se iba romper; en casos hasta se rompió,
aparentemente, todos llevan miedo, de
pronto, allá a lo lejos, lo ven, no lo reconocen, no es su Jesús, su Jesús es
uno más, no camina por un mar embravecido, ningún ser humano lo hace, se
asustan y lo toman por un fantasma; Él los
aquieta; Pedro, que repetirá más adelante en Juan, el mismo acto, le dice,
“Maestro si eres tú, mándame ir a ti sobre las aguas”, Pedro Simón es el
capitán del barco, de la barca, y ahora la va “abandonar para ir a Jesús,
porque lo precisa, precisa ir a Jesús por encima de ese mar bravío, Pedro
Simón, es el Papa, también a él como ser humano débil, pecador, le afecta lo
que pasa en el mundo, necesita ir a Jesús, y Jesús manda a Pedro que vaya a él,
y comienza a caminar, hasta que se empieza a hundir, cosa lógica y natural;
Jesús lo reprende. “Hombre de poca fe,
por qué has dudado”; No va dirigida sólo a Pedro, va dirigida a todos, El
Papa, cualquier cristiano nunca se hundirá en su lucha del mal, podrá bacilar,
pero ahí está Jesús, para tenderle la Mano, y por supuesto Pedro volverá a la
lancha, nunca se quedará la barca sin su timonel, su capitán, La Iglesia nunca
se quedará sin el Papa, hombre débil, con miedo, porque el miedo es humano
Intentan tomar a Jesús en la
barca, pero ya no esta, los espera en la otra orilla, me gusta, porque en
gallego la “otra orilla”, el otro lado, “o
Allen, es la forma de referirse al más allá a la eternidad, a Jesús lo mismo
que le sucederá a la Magdalena, no lo podemos retener, tener en exclusiva, en
su lugar ha dejado a Pedro, si tenemos la seguridad de que nos aguarda, en “La
otra orilla”
El Cenáculo, están todos reunidos
con las puertas cerradas, tienen miedo, a los judíos, a los suyos, así hemos
vivido, y viven muchos, y no me refiero a puertas físicas, no se forman por no
perder la fe, no leen a teólogos, o libros de espiritualidad, por no perder la
fe; no toman la Biblia en las manos, no la estudian, por, por, no quieren oír
hablar de nada, tienen miedo a todo, y, en el todo, cabe todo
De pronto Jesús se hace presente,
en medio, en medio porque es el Mediador, es Él que une a los hombres, sin Él
no hay Iglesia, ellos le toman como en
lo narrado antes; por un fantasma;
es normal nadie atraviesa puertas, los muertos no hablan, ni van de visita, Él
como en el caso anterior, los serena, les dice que no teman, les muestra las
manos, el costado, y ellos se llenan de gozo, aunque seguirán con miedo,
necesitaban ración extra de Espíritu Santo
Cuántas veces pesé al miedo, de
pronto el corazón la mente, esas puertas que uno tiene cerradas, le traen una
frase, un recuerdo, un aviso de que debe formarse, de que tiene que conocer La
Escritura, de que debe leer este libro, de que debe no tener miedo a “salir al
mundo”, y, uno lucha, y se pone mil excusas, “no lo necesito, a mis años, ya sé
bastante, eso no es para mí, etc.”; pero no puede sacarlo de la mente, y aún
con miedo, empieza, a abrir las puertas de su mente, y su corazón
Aunque tal vez, las vuelva cerrar
y abrir, hasta que el Espíritu Santo, le dé tanta fuerza, que no tema nada, y,
entonces sólo cierre las puertas de su corazón, para hablar con su Padre, con
su Hermano, con su Amado