La Verdad es más sencilla
“Yo creo en el Evangelio, no en
Catalina de Emmerich, Jesús no se
apareció en el huerto de los Olivos radiante, y, sudando sangre, que manía con
negar la Encarnación, ni, dijo que aunque predicara otros 33 años, no bastaría
para arreglar, para evitar lo que tenía
que sufrir del jueves al viernes (de aquí a mañana); y, no lo siento por la
buena señora, pero no, nos dejó esa frase para meditar, porque no está en el
Evangelio; lo que nos dejo fue algo
mucho más grande, que tanto nos amó a cada uno, el Verbo de Dios, que no
desdeño hacerse uno de nosotros, sólo el pecado que nos habíamos añadido
nosotros, no se añadió así, pero llego al máximo, a cargar con ellos, a pedir perdón como si
fueran suyos; sintió miedo a la muerte, y, no era un hombre brillante, era
humanamente un deshecho humano, uno ante
el cual se oculta el rostro, tembloroso, lloroso, sudando sangre que manchaba
su cara, de rodillas ante Dios, al que sabe su Padre, pero ante él que se ve,
como una criatura, porque también lo es indefensa, como un condenado a muerte,
pidiendo a Dios lo aparte del aquel Cáliz, pero aceptando la voluntad divina,
este es el Jesús que adoró, al que quiero seguir, mi Hermano, mi Redentor, mi
Modelo, él de Catalina de Enmerich, de cuya santidad no dudo, pues la ha
proclamado la Iglesia, no me vale, porque La Encarnación no fue un disfraz, el
Verbo en verdad se hizo Hombre y para siempre
Por ello en lugar de tanta
revelación privada, que como lectura no está mal, mejor los Evangelios, La
Escritura cuya verdad la asegura el
Espíritu Santo